Política

Ultima llamada en La Jornada

  • Con todo respeto
  • Ultima llamada en La Jornada
  • Horacio Castellanos Herrera

Vaya numerito que se aventó el sindicato del periódico La Jornada: estallar la huelga sin el consenso de todos sus trabajadores, y ser obligado a levantarla horas después por falta de fundamentos. Sin duda, un hecho sin precedente en la historia sindical universal... Pero ¿cómo ocurrió esto?

Fue el viernes pasado cuando al filo de las 5 pm, y luego de semanas de emplazamientos a huelga, que el Sitrajor realizó una votación con sus agremiados donde 133 de ellos dijeron sí a la huelga. Esta cifra es significativa considerando que su estatuto señala que con 129 votos se constituye su mayoría. Sin embargo, a pesar de ello, no todos los trabajadores del diario son sindicalizados, por lo que esos 133 votos no representaban la mayoría de los empleados del periódico, tan solo representa 4 votos más por encima de la mitad de los sindicalizados, pero menos de la mitad de sus trabajadores.

Este aspecto, no menos relevante, fue el primero en tornarse importante pues cuando estalló la huelga y el sindicato se dispuso a cerrar las puertas de la empresa, no contó con el apoyo de quienes ahí se encontraban desempeñando sus labores, y simple y llanamente se negaron a dejar sus puestos de trabajo. Y para sumar irregularidades al evento, aún así, el sindicato procedió a cerrar las puertas de la empresa con ellos adentro, lo que a la postre fue calificado por dichos trabajadores como "secuestro", debido a que tampoco los dejaron salir después.

Esta situación se presenta en La Jornada luego de que en los últimos años sus finanzas no han sido las más saludables debido al manejo discrecional de sus recursos. Paradójicamente, esta conducta interna que los ha caracterizado desde hace tiempo es, precisamente, la misma que critica este medio en las autoridades gubernamentales. Ante ello, durante los últimos años, la empresa ha tenido que hacer una serie de recortes administrativos que han afectado tanto su producción y su circulación así como a sus ingresos y, por ende, a la nómina.

Paralelamente, en medio de tal crisis, este diario optó por dejar de impulsar los productos periodísticos -que durante años le habían dado sustentabilidad y prestigio-, sin crear nuevas opciones para su reemplazo, y al mismo tiempo, se ha negado a adaptarse a los tiempos de renovación y modernidad que vive la prensa en general, aspectos que han trascendido en su debacle financiera.

A decir de los que saben, esta situación es resultado de que a sus directivos les ha preocupado más garantizar la perpetuidad de sí mismos y sus privilegios que ver por la rentabilidad del medio y las familias que de él dependen, en detrimento de la empresa y en perjuicio de sus trabajadores, lo que ha dejado a su suerte el destino económico y laboral del diario, provocando serios estragos, además de la falta de liquidez que, en resumen, no le permite garantizar el Contrato Colectivo, pieza angular en el conflicto actual.

Y es que el par de recortes que han hecho a sus finanzas y a la nómina y, este año, eliminando las prestaciones, ha acumulado una reducción superior al 35% en el bolsillo de los empleados. Empero, a decir de sus directivos, estos ajustes han buscado, principalmente, evitar despidos masivos de personal. Dado lo anterior, la empresa, que no ha negado tal situación, ha mostrado sus números al sindicato y a las autoridades, quienes han tenido conocimiento puntual de su situación.

Es por ello que ante el estallamiento de la huelga, la postura de la empresa fue considerarla infundada e inexistente, lo que finalmente reiteró la autoridad que a la postre instruyó al sindicato: el levantamiento de la huelga, el retiro de las banderas rojinegras y la reapertura de las instalaciones.

Sin embargo, a pesar de todo ello, durante estos días ocurrieron diversos hechos que dejan claro cuán profunda es la crisis en La Jornada, pues por una parte ha quedado claro que el sindicato no tiene el apoyo de todos los trabajadores, debilitándolo como instancia laboral; que el diario pasa por una etapa de crisis económica y laboral severa, que advierte un gran problema a nivel directivo; que la sustentabilidad y permanencia del periódico está en ciernes y, como consecuencia, su futuro inmediato; y lo menos bueno: la exhibición del estado actual que guardan sus relaciones laborales, y ello sin menoscabo del desaseado momento financiero que atraviesa el medio.

Resulta triste este capítulo pues en él hay un grupo de profesionales que han dado la vida por construir proyectos de gran valor social periodístico y que, de ninguna manera, merecen que les vuelva a pasar lo que ocurrió con el origen de varios de ellos en su etapa anterior en Uno Más Uno.

Sin duda, lo mejor será desearle muchos años más de vida a una Jornada como la que dio tanto a tanta gente en más de tres décadas: como aquella que logró ser influyente en el sector político y social; como aquella de sus punzantes notas de ocho que dejaban fríos a presidentes y gobernadores; como aquella de los grandes cartones políticos que además de hacer humor mejoraban la construcción de la opinión pública; aquella de sus grandes aportaciones al fotoperiodismo; aquella de sus codiciadas plumas de implacables posturas; aquella de sus atinados suplementos culturales y humorísticos; aquella de envidiable reputación periodística y grandes personalidades; aquella que había logrado darle tranquilidad a las familias de sus trabajadores y, claro, aquella con un sindicato serio y con representatividad... aquella que aún pueden serlo si se lo proponen.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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