Pasados los días aciagos que dejó el temblor de hace dos semanas en México, cobran fuerza las versiones informativas y testimoniales sobre posibles causas de algunos derrumbes de edificios y estructuras, donde una mayoría de ellas apuntan hacia una dolosa actuación de servidores públicos y una inescrupulosa participación de dueños de entidades privadas.
De los cerca de 40 edificios que se “vinieron abajo“ en el sismo, y los casi mil que resultaron con daños severos, de donde cerca de la mitad de ellos deberán ser demolidos, ahora se sabe que éstos tienen una característica en común: cambios estructurales o adaptaciones arquitectónicas presumiblemente indebidas que, en algunos casos, eran del conocimiento de la autoridad. Sin embargo, lo delicado de esto no solo es “lo indebido“ sino el alto riesgo que dichas modificaciones presuponían y que ambas partes habrían convenido solapar. Y esto ocurre, especialmente, en tres delegaciones de la CDMX: Benito Juárez, Cuauhtémoc y Tlalpan.
En Benito Juárez: tal es el caso del edificio ubicado en la calle de Bretaña número 90, cerca del metro Ermita, en donde se levantó un “condominio nuevo“ de seis niveles sobre una casa de 50 años de edad, de tres niveles, que no fue demolida sino remodelada para levantar sobre ella otros tres pisos. Hoy, a un mes de su estreno, es simplemente cascajo; a unas cuadras de ahí, y presuntamente de la misma constructora de Bretaña, en Zapata 56, otro inmueble nuevecito, se derrumbó cerca de la mitad de su flamanete estructura. Presumiblemente, la baja calidad de los materiales empleados en esa ala del inmueble podría ser la causa de sus daños; el edificio de 8 pisos de la calle de Edimburgo, construído en 1977, tenía permiso para edificar solo tres niveles.
En Cuauhtémoc: el edificio de Nuevo León 286, de seis niveles, de los cuales solo sus cuatro pisos superiores se “vinieron abajo“, presumiblemente contaba con un helípuerto del que hoy se dice que no tendría permiso alguno, entre otras cosas, debido a que edificios aledaños contaban con orden de demolición. En dicho inmueble se recuperaron alrededor de 40 cuerpos sin vida, una de las cifras mortales más elevadas entre los inmuebles caídos en el DF en este sismo; el edificio de Amsterdam 25 que también se derrumbó, hace 7 años había sido declarado como “inhabitable“ y, a su vez, contaba con “orden de demolición“. Sin embargo, lejos de ello, un par de años después, volvieron a poner a la renta sus departamentos, hoy derruídos; el inmueble de Bolívar 158 esquina Chimalpopoca tenía 4 niveles. Fue construído después del sismo del 85 y hace varios años colocaron una antena de telecomunicaciones en la azotea, -dicen- con un peso superior a las 40 toneladas, y de la cual nadie ha presentado el permiso para su instalación. En este domicilio no encontararon sobrevivientes entre sus restos… los cuales no superaban los 2 metros de altura.
En la Delegación Tlalpan: el derrumbe de edificios multifamiliares de 5 y 6 niveles, en zonas distantes entre sí, como es el caso del conjunto sobre la calzada de Tlalpan y los de la calle Rancho Los Arcos donde cayeron algunos de sus edificios, quedando la mayoría en pie, evidencian los “distintos criterios de supervisión de la autoridad y el manejo discrecional de materiales de construcción“ empleados en un mismo proyecto habitacional.
Dos casos han llamado la atención: el del Colegio Rebsamen y el del Tecnológico de Monterrey. El primero de ellos porque murieron 17 niños en edad preescolar, junto con 7 adultos. Y también por las razones -de todos conocidas, ya-, que derivaron en su impérdonable desgracia. Y en el segundo, el del Tec, donde murieron 5 jóvenes y 40 alumnos resultaron gravemente heridos, y porque a más de 15 días del sismo nadie ha informado sobre las causas de los severos daños.
En ambos casos, la actuación de la titular de la demarcación, Claudia Sheinbaum, ha sido peculiar, pues ha manejado dos formas distintas para aclarar la tragedia del Rebsamen: en un principio dijo que “ahí todo estaba en regla“, y hasta intentó calificar de “atípico“ el temblor cargándole a él el peso de la desgracia en aquel lugar; días después, cuando aparecieron las versiones sobre las irregularidades, Sheinbaum reculó y hasta demanda contra empleados y exempleados de la delegación presentó. Asimismo, en el caso del Tec, la propia delegada sigue sin decir “ni pío“ sobre los daños estructurales y nadie de ahí ha salido a aclarar las dudas ni de su comunidad, pues tal parece que aquí “no hay presuntos responsables”. Los delegados en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, y en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, hasta antes del temblor eran fuertes aspirantes a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, por lo que parece que ambos, hoy, están cuidándose de pasar rápido y lo más calladitos, pero mientras no expliquen pronto su actuación en dichos casos, y/o no aclaren la probable responsabilidad de servidores o empresas en la desgracia que hoy tiene de luto a tantas familias, y a tantos mexicanos sin hogar ni patrimonio, Monreal y Sheinbaum no deben ser candidatos por ningún partido, y en su caso, ningún partido debiera darles esa oportunidad. El sismo del 85 cambió una Regencia y sucumbió la hegemonía presidencial… Hoy ¿por qué tendría que esperar tanto?