Boeing is building a brand new 747 Air Force One for future presidents, but costs are out of control, more than $4 billion. Cancel order! “Boeing está construyendo un nuevo Air Force One 747 para presidentes futuros, pero los costos están fuera de control, más de US$4 mil millones. ¡Cancelen la orden!”, escribió el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump a través de su red social.
Este mensaje encendió las alertas en dos lugares, especialmente: la Casa Blanca y la aerolínea, donde la primera dijo lo siguiente: “Algunas de las cifras que han sido citadas, diremos, no parecen reflejar la naturaleza de los arreglos financieros entre Boeing y el Departamento de Defensa”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, ante reporteros en Washington. Por su parte, Boing, además de perder un punto en el valor de sus acciones por este tema, dijo en un comunicado que el gobierno de Estados Unidos ya ha firmado un contrato por US$170 millones con la empresa “para ayudar a determinar las capacidades de esas complejas aeronaves militares para atender los requerimientos únicos del presidente de Estados Unidos”.
Asimismo, se supo que los aviones están todavía en la fase de diseño y mediante negociaciones entre la Fuerza Aérea y Boeing, podría reducirse parte del costo actual estimado del proyecto. De hecho, trascendió que “Si Trump retira completamente el contrato de Boeing, el país podría perder el dinero que ya se ha comprometido contractualmente a pagar”.
Sin duda esta controversia suscitada por el presidente electo tiene efectos en diversos sentidos, pues por una parte está golpeando intereses políticos y económicos “de altura“, y por otro lado está vulnerando una de los íconos más importantes de presidencialismo norteamericano: la flota aeronáutica presidencial del Air Force One. Y si bien para cualquier presidente del mundo, su avión institucional es siempre un tema discrecional, en el caso estadunidense es sumamente trascendente, pues tan solo pensar que el presidente de los Estados Unidos ya no tenga un avión tan poderoso como caro, es un giro histórico para la propia investidura presidencial, y qué decir de la suma de ejemplos que Trump sigue construyendo con acciones como esta, tanto para otras sociedades como para otros grupos políticos y sus propios detractores.
Al respecto, no está de más recordar que en México hemos enfrentado ese tema desde el sexenio pasado con la petición de compra que hizo el entonces presidente Felipe Calderón al pedir a la misma aerolínea una versión especial que ha sido llamada José María Morelos y Pavón, y que comenzó sus operaciones cuando despegó del aeropuerto de la Ciudad de México hacia Hermosillo (Sonora), al norte del país, un Boeing 787-8 con un valor de 220 millones de dólares en el mercado, y que con las mejoras que le han introducido, puede llegar a duplicar su valor.
Los aviones presidenciales son un frecuente objetivo de críticas por parte de quienes se quejan de los altos costos, pagados por los contribuyentes, del estilo de vida de todos los mandatarios mundiales.
A principios de este año, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto se vio envuelto en una controversia por la compra por parte de su gobierno de un Boeing 787 Dreamliner, valorado en cerca de US$127 millones, en algunos medios llamado, también, ‘el avión de la discordia’.
El gobierno mexicano se defendió en ese momento señalando que un avión presidencial era una necesidad de seguridad nacional. De hecho, ante la pregunta de reporteros sobre la nueva aeronave y las criticas, el mandatario afirmó que “se trata de información distorsionada” aclarando que el nuevo avión se adquirió en un proceso de “renovación natural” de la flota aérea que tiene una vida útil, y que “antes era vieja, obsoleta, costosa y que mecánicamente representaba riesgos”.
Al respecto de este tema, no ha faltado la opinión de López Obrador, quien ha dicho que “Calderón compró el avión de Peña, mientras que Trump canceló en que mandó comprar Obama.
López Obrador ha propuesto, en caso de llegar a la Presidencia de la República, vender la aeronave adquirida por el gobierno federal en 7 mil 500 millones de pesos.
El ex candidato presidencial ha manifestado que la compra de ese avión -un Boeing 787 dreamliner- es un insulto para los mexicanos. En Facebook escribió: “Calderón, servil y en busca de impunidad, adquirió el avión de Peña en 8 mil millones de pesos; luego, Obama compró a la Boeing uno del mismo modelo, pero hoy Trump dijo que no lo necesita y cancelará la operación. Moraleja: es una vergüenza la corrupción de los pequeños y acomplejados faraones del PRIAN”.
Ciertamente, a este capítulo norteamericano le falta mucho por definirse y qué decir de lo que finalmente ocurra con este tema, pues probablemente hasta Trump se haya adelantado al pronunciarse así fuera de la investidura formal del cargo que hasta el lejano 20 de enero próximo lo convertirá en el presidente institucional de los Estados Unidos, pues en este momento sus dichos serán solo eso, mientras de facto, haya un presidente en funciones y con capacidad de maniobra todavía.
Sin embargo, pase lo que pase, para los seguidores de Trump, su liderazgo sigue sumando puntos y robusteciendo su tan conocida como insospechada personalidad político-empresarial.