A través de la historia el papel de la Abogacía se ha evidenciado como fundamental para el éxito de nuestra sociedad, no cabe duda de que todas los oficios y profesiones son importantes, pero también es innegable que unas son más trascendentales que otras; sin el Abogado -acompañado de sus "licenciadismos" y de sus diversas "postulancias"- no nos sería posible alcanzar el orden y la paz. Coexistir dentro de una cultura del Estado de derecho constitucional y democrático es el "noumen" indispensable para lograr el bien común y la justicia social, tod@s somos corresponsables de su instrumentación; pero los primeros obligados y encargados de esa enorme responsabilidad somos l@s Abogad@s. Como primeros y últimos defensores del "deber ser", es decir, del universo de lo jurídico a partir de la razón práctica para llegar a la razón pura.
Derecho y Abogacía son dos caras de la misma moneda. El Derecho son formas indeterminadas que disciplinan a la humanidad, la Abogacía materializa con el contenido (declarativo, prescriptivo y constitutivo) de la inteligencia, voluntad y libertad mediante la articulación de su racionalidad. Al igual que el Derecho, la Abogacía tiene las siguientes funciones: a) integradora, de un orden que erradique el descontrol; b) resolución de conflictos, que resuelva toda problemática que se presente; c) orientación social, que persuada ética y moralmente todas las conductas; d) legitimación del poder, mediante el auto-reconocimiento de competencias y procedimientos institucionalizados; e) distributiva, que reparta equilibradamente el desarrollo sustentable; f) educativa, que instruya a maximizar la virtud entre toda la sociedad y; g) represiva y promocional, premiando, castigando o sancionando el actuar social.
Desde su concepción griega, pasando por su operación romana el Derecho y la Abogacía se han enriquecido por diversas "summas" culturales (precolombinas, orientales, etc.) debidamente adaptadas y adoptadas han potenciado la calidad de vida nuestras sociedades. Todo Jurista verdadero debe dominar la Jurisprudencia, "iurisprudentia est divinarum atque humanarum rerum notitia, iusti atque injusti scientia" (la jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto), por lo que con absoluto tesón y rigor l@s Abogad@s somos los guardianes de la razón jurídica para alcanzar la verdad y la justicia por medio de la belleza; "honeste vivere, alterum non laedere cuique suum tribuere" (vivir honestamente, no dañas a otros y dar a cada uno lo suyo).
Quienes pensamos que la idea actual del (la) Abogad@ exige un mayor compromiso y más responsabilidad filosófica, histórica, política, social, etc. creemos que es tarea irrenunciable de la Abogacía el velar con total firmeza por la vigencia, validez y eficacia del disfrute de los derechos fundamentales para todos. Nuestro país nos exige una visión coherente y consistente de "legis habet vigorem" (fuerza de ley) sin pretextos.