En la capital del país hace falta explicar a qué se debió la debacle electoral de Morena. No era fácil prever una derrota de esa magnitud, de hecho, ninguno de los encuestadores pudo siquiera adelantar que algo así ocurriría.
En 1977 Noelle-Neumann desarrolló la hipótesis de la espiral del silencio para explicar esos giros inesperados en la opinión pública, indetectables en las encuestas. Cuando el ciudadano percibe que su opinión no es mayoritaria prefiere reservársela ante los encuestadores en un fenómeno bien conocido por los estudiosos de la demoscopía.
Razones para votar en contra había y hay. No, no fueron solo las campañas de odio, la guerra sucia, los golpes blandos, la Línea 12, etc., sino muchas comunidades agraviadas que se cobraron con el voto. Aventuro un recuento que quizá se quede corto:
Las familias de los niños sin medicinas y de aquellos que murieron por covid o padecieron al buscar hospital u oxígeno.
Las feministas y la comunidad LGBT+ que no ven avances ante los feminicidios y los crímenes de odio.
Las madres y padres que se quedaron sin guarderías para sus hijos.
Los y las simpatizantes de las madres de desaparecidos que nunca recibieron atención en Palacio, así como los inconformes con que el Ejército tenga un papel cada vez más amplio.
La falta de compromiso con las causas ambientales y el descrédito y mofa que se hace de quienes las defienden.
Los académicos, científicos e investigadores que vieron sus presupuestos recortados, sus estímulos detenidos y sus becas extinguidas.
Las artistas y creadoras ante el recorte a la cultura.
Quienes discrepan de una política energética que concentra los recursos en las refinerías y obliga a una austeridad dramática en la administración pública.
El descontento con el uso de la justicia para perseguir opositores.
Los incrédulos ante la alianza con partidos cómo Encuentro Solidario, el PVEM o el PT, a pesar de la estela de lodo que arrastran.
Los urbanistas que observan cómo sigue la política de construir segundos pisos y viaductos elevados.
Los y las activistas de la movilidad que ven cómo en la calle mueren ciclistas y peatones ante una política tibia contra la violencia vial.
Con todo y lo anterior, ante la elección plebiscitaria que tuvimos el domingo, mi voto fue para Morena y sus candidatos porque también había razones para apoyarlos.
Solo que ahí están esos grupos y comunidades que reclaman al gobierno no estar a la altura de una izquierda, liberal comprometida y humanista como asegura todos los días el Presidente.
Más le vale a Morena reparar estos agravios a las comunidades que otrora los apoyaron y corregir donde hace falta. 2024 está cerca.
Perdieron la mitad de la ciudad, pero no les fue mal: tienen la presidencia, tienen el Congreso, la capital del país y más de la mitad de los estados, aparte de la aprobación mayoritaria de la población, según las encuestas.
Ese capital político los compromete y los obliga a hacer una mejor oferta de gobierno a riesgo de perder hasta el voto duro.
@hzamarron