Detrás de la carroza funeraria circulan decenas, quizá cientos, de personas en bicicleta, con globos blancos en los manubrios y timbrando sus campanas, mientras que los automovilistas detenidos los ven pasar.
Son quienes eligieron acompañar a la familia de Cristina Serna a depositar sus restos en lo que será su última morada en Monterrey. Cristina murió atropellada hace dos semanas por el conductor de una camioneta, en San Pedro Garza García.
Cristina circulaba sobre Lomas de San Agustín, a la altura de Eugenio Garza Lagüera, la noche del jueves 16 de julio, de regreso de la Huasteca, un destino favorito de ciclistas, corredores y turistas. El conductor de una camioneta la arrolló y proyectó contra un muro. Acto seguido se dio a la fuga y abandonó a Cristina, cuya muerte fue inevitable. La suya fue la sexta muerte de ciclistas en dos semanas en el área metropolitana de Monterrey.
En la ciudad se vive luto e indignación por estos casos y, en especial, por el de esta joven profesionista, porque el dueño de la camioneta, James Cándido Jacuzzi Andersen, es un empresario que en vez de afrontar su responsabilidad, acudió a declarar y se negó a informar quién manejaba su vehículo el día del siniestro.
Ha habido rodadas por este caso, también se instaló una bicicleta blanca como homenaje a Cristina Serna, y el ayuntamiento de San Pedro intervino el lugar del accidente para evitar que vuelva a ocurrir algo similar.
El director del Instituto Municipal de Planeación, Javier Leal, explicó que el diseño de la avenida en que ocurrieron los hechos propicia las altas velocidades, por lo cual instalaron boyas reductoras para desincentivar que los autos circulen por encima de la velocidad autorizada.
No es común que a un hecho vial le siga una reacción de esta índole por parte de un municipio, por lo general se atribuyen estas muertes a la casualidad, al azar, a la mala suerte y no a lo que los principios de seguridad vial señalan: el diseño de la avenida.
En cuanto a diseño vial, el área metropolitana de Monterrey tiene una gran deuda con sus ciudadanos. En las últimas décadas sus gobernantes se han dedicado a construir grandes vialidades, pasos a desnivel, viaductos y autopistas para el creciente número de vehículos en una carrera sin fin. A más vialidades siempre habrá más vehículos para ocuparlas, como señala la teoría del tráfico inducido, que cualquier estudiante de ingeniería de tráfico conoce hoy en día.
Ese desarrollo centrado en el automóvil provocó que en 2018 Nuevo León tuviera el mayor número de accidentes de tráfico en México: 80 mil 863 según cifras del Inegi.
Con sus 2.1 millones de vehículos, cinco municipios de la zona metropolitana —Monterrey, San Nicolás, San Pedro, Apodaca y Guadalupe— concentraron 58 mil de esos accidentes, es decir ¡158 percances viales por día!
Regios, tienen un problema serio con el diseño de su ciudad y sus políticas urbanas. No, no es su forma de conducir, es un tema más de fondo. Ojalá esta ola de indignación alcance para pasar de la anécdota o el caso aislado a provocar una discusión que se deben como ciudad.
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