Si usted tiene quien le preste dos millones de pesos dispóngase a lograr el mejor negocio posible: construir puentes “peatonales”, mal llamados así, pero que en realidad solo sirven para que los automovilistas circulen a mayor velocidad y para que las calles urbanas se conviertan en autopistas, con los riesgos para la vida de los habitantes que eso implica.
Aunque hay otro uso de esos puentes: la colocación de publicidad.
El negocio es bastante simple. El municipio declara la necesidad de construir dos, cuatro, seis o más puentes “peatonales” y al mismo tiempo concluye que deben ser hechos por particulares porque la ciudad no tiene fondos para edificarlos y darles mantenimiento.
Una vez realizados, a un costo de unos dos millones de pesos cada uno, el cabildo autoriza al particular que explote la publicidad de esas pasarelas durante, digamos, unos veinte años, a cambio de un 10 por ciento +/- del espacio para campañas sociales.
Para redondear, el propio municipio suele contratar al particular publicidad extra, porque ese 10 por ciento fue insuficiente, así que los dos millones de pesos terminan por regresar al inversionista casi de inmediato y con creces.
Al llegar las elecciones, si el alcalde busca reelegirse o va por otro puesto político, una diputación, por ejemplo, tiene a quién pedirle espacio para su campaña. Negocio redondo.
Ese modelo aún funciona en muchas ciudades mexicanas, a pesar de resultar nocivo y hasta mortal, pues los atropellamientos de peatones ocurren en las cercanías de esos puentes, como puede comprobarse en el estudio Cruces a nivel vs puentes peatonales Datos técnicos y estadísticos del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo.
Así que ese negocio inmoral resulta también mortal.
La publicidad en esos puentes es un distractor que atenta contra la conducción segura de un automóvil.
Con ese tipo de infraestructura, los municipios no solo violan el nuevo derecho constitucional de los ciudadanos a una movilidad segura con “accesibilidad, eficiencia, sostenibilidad, calidad, inclusión e igualdad”, sino que también ponen en riesgo la vida de cientos o miles de personas por la búsqueda de una ganancia condenable.
Por las razones anteriores en ciudades como la de México está prohibida la colocación de cualquier tipo de publicidad o propaganda en los puentes “peatonales” y éstos últimos han sido retirados de múltiples cruceros.
En la capital poblana no solo eso, los mismos puentes “peatonales” están prohibidos según la Norma Técnica de Diseño e Imagen Urbana para el Municipio de Puebla.
En Morelia, la norma técnica especifica que “solo se permitirá la construcción de puentes elevados para cruzar autopistas o vías de acceso controlado y queda estrictamente prohibida su construcción en la zona urbana”.
En Culiacán han quitado más de media docena de puentes en los últimos dos años.
Así que basta de usar dictámenes técnicos a modo o a los institutos municipales de planeación para justificar este inmoral negocio.
Héctor Zamarrón,
@hzamarron