Uno de los grandes problemas para la economía latinoamericana es pensar en el futuro desde un escenario en el que el atraso es recurrente. Mientras se habla de los empleos del futuro y de las habilidades, saberes y competencias que se requieren para un mundo digitalizado y matizado por la incesante transformación que provoca la tecnología, en nuestras escuelas no se han podido superar los problemas de aprendizaje en lectura, matemáticas y ciencias.
El mercado laboral del futuro se vislumbra como un campo de grandes oportunidades para los expertos en inteligencia artificial, en ciencia de datos, en digitalización, en ciberseguridad, en energías renovables y en tecnologías que permitan cuidar el medio ambiente. Pero cuando vemos los resultados en la educación parece que vislumbramos el pasado: tres de cada cuatro estudiantes latinoamericanos de 15 años está por debajo de nivel básico en competencias de matemáticas, en tanto uno de cada dos está por debajo del nivel elemental de competencia en lectura, de acuerdo a la última prueba PISA que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El entusiasmo que generan los empleos del futuro se apaga cuando vemos la crisis educativa latinoamericana. El futuro demanda capacidad de resolución de problemas, pensamiento crítico, capacidad de innovar en todo momento y, sobre todo, de aprender a aprender. Pero heredamos del pasado la pesada carga de sistemas educativos en los que ni las matemáticas, ni la lectura, ni la ciencia gozan de buena salud. Imaginen cómo podemos educar para el futuro, para el trabajo especializado, para resolver problemas complejos si no hay suficiente aprendizaje matemático o no hay capacidad para interpretar un texto.
La necesidad de enseñar habilidades, competencias y saberes para el futuro es un llamado a repensar nuestra relación con los conocimientos básicos, con aquellos que son la base sobre la cual se construyen otros saberes. La OCDE dice que hay una crisis de aprendizaje, así como marcadas diferencias entre los estudiantes de distintos niveles socioeconómicos. Y no sólo eso, los resultados de la prueba PISA de 2023 dicen que tenemos un retroceso en el aprendizaje, sobre todo en matemáticas.
Estamos en un momento crucial para atender la cuestión educativa y mejorar sustantivamente los procesos de enseñanza y aprendizaje. De esto depende el resultado de nuestras economías que bien pueden acercarse hacia el futuro o bien pueden quedarse relegadas. Y cuando nos quedamos en el atraso, cuando llegamos tarde a las oportunidades del futuro, ya sabemos lo que pasa: más desigualdad, más pobreza y menores posibilidades de mejorar la condición de vida de las personas.
Es tiempo del pensamiento crítico y de la capacidad de resolver problemas. Y hay que construir desde la educación, desde mejorar el aprendizaje en matemáticas hasta hacer de la lectura un ejercicio de aprendizaje constante. Para construir el futuro de la economía debemos mejorar el presente de la educación.