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La educación pública frente a la desigualdad

Uno de los grandes retos, largamente postergados en América Latina, es la construcción de una educación pública de calidad que permitirá enfrentar a muchos de los males sociales que nos aquejan. El filósofo colombiano Bernardo Toro dice que la educación debe ser considerada como un bien público fundamental y que es un motor de dignidad que indica la capacidad real que tiene una sociedad para avanzar. La educación debe ser inclusiva y de calidad para todos, sin excepciones ni exclusiones.

Pero si bien la educación tiene un potencial extraordinario para cambiar las sociedades, en América Latina las escuelas no han sido capaces de revertir las desigualdades sociales ni económicas debido a que no tienen una educación pública de calidad para todos sino que hay un sistema dividido: uno privado al que sólo acceden los que pueden pagar, y otro público, que no tiene la mejor calidad y que tampoco garantiza el acceso para todos. Al igual que en los ámbitos de la salud, de la cultura e incluso del entretenimiento, hay una marcada división que profundiza las desigualdades.

Cuando vemos que los países latinoamericanos en su conjunto tienen los mayores niveles de desigualdad en el mundo, que en algunos países la pobreza alcanza a más de la de la población, y que la movilidad mitad social –es decir la capacidad real de mejorar la condición socioeconómica– es muy limitada, no sólo estamos ante urgencias económicas sino principalmente ante una crisis educativa. Si la educación es un gran motor para enfrentar la desigualdad, la pobreza y para generar condiciones de movilidad social más favorables, basta una mirada a los resultados de las evaluaciones internacionales para darnos cuenta del porque no se avanza como se debe: tres de cada cuatro estudiantes no tiene competencias básicas en matemáticas, mientras más de la mitad de los estudiantes no poseen habilidades básicas en lectura y en ciencias, de acuerdo a los datos de la Prueba Pisa 2022.

Bernardo Toro dice que la educación pública de calidad es un verdadero motor para enfrentar la desigualdad y combatir la fractura social. Si la educación pública tiene calidad, ahí se juntarán el hijo del obrero y el hijo del rico, con lo que se puede enfrentar la fractura social y romper las brechas de la desigualdad. Cuando los estudiantes de diferentes estratos socioeconómicos, de distintos orígenes y características convergen en la educación pública es más probable que desarrollen empatía, que construyan proyectos colectivos y que se valore más el bien común.

Para enfrentar la creciente desigualdad en América Latina tenemos que recuperar la educación pública de calidad y hacer que no sólo se eduque mejor sino que el alcance sea mayor, más equitativo. Si los países que más invierten en educación tienen los menores niveles de pobreza y desigualdad, imaginen lo que se podría lograr en nuestra región si mejoramos la escuela pública y si la convertimos en un bastión frente a las desigualdades. Por ahí deberíamos empezar.


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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