La economía mexicana tendrá uno de los golpes económicos más duros en América Latina, con una contracción del nueve por ciento, de acuerdo a las estimaciones de la Cepal. México será el quinto país más afectado en la reducción del PIB, mientras que los que sufrirán caídas más fuertes son Venezuela con 30 por ciento, Perú con 12.9 por ciento, Panamá con 11 por ciento y Argentina, con una contracción del 10.5 por ciento. El subcontinente más desigual del mundo, América Latina, no sólo sufre por las incontables muertes y los interminables contagios, sino por una crisis económica que profundiza el malestar social, la pobreza y la precariedad.
No recuerdo una crisis tan profunda, tan humana, tan dolorosa y tan incierta como la que hoy vivimos. Los números son desfavorables en salud, en economía y en pronósticos. En lo económico no sólo se trata de una reducción de la riqueza sino fundamentalmente de los empleos y las oportunidades: de los 12 millones de empleos informales que se perdieron durante la pandemia apenas se recuperaron 7.5 millones, en tanto de los un millón 117 mil puestos formales, sólo se recuperaron 555 mil. Esto nos da cuenta, a grandes rasgos, de que hay más de cinco millones de puestos de trabajo que siguen perdidos. Y detrás de ellos millones de personas que perdieron sus ingresos, su sustento y que buscan en forma desesperada una oportunidad.
Luego de todo un año de incertidumbre, al final de 2020 nos confrontamos con lo incierto en el campo de la salud y con lo incierto en el futuro económico cercano. Mientras la Ciudad de México vuelve al semáforo rojo, los hospitales se saturan y hay una carrera apresurada entre la aplicación de la vacuna contra la covid-19 y el brote de una nueva cepa en Reino Unido, el pronóstico más certero que se tiene es la incertidumbre. Y, a la par, se mueve la economía, que en el caso mexicano espera un repunte del 3.8 por ciento para 2021, aunque dicha cifra se encuentra en entredicho.
En este contexto, las certezas apuntan a la atención de los asuntos urgentes y de los importantes. Por un lado, se trata de poner en guardia a todo un país para evitar más contagios y para tratar de contener la expansión del covid, por el otro se trata de reconstruir la economía desde sus cimientos más profundos: desde las oportunidades para la gente que necesita ingresos para sobrevivir. Si la situación sigue empeorando, la economía también lo hará. Si mejoramos en cuestión de salud, tendremos condiciones para mejorar en lo económico. Lo que resulta imposible es una recuperación económica sin primero resolver lo sanitario.
El rebote económico para el año que viene no será suficiente. Y mucho menos si ocurre como lo temen los analistas y los empresarios, en forma inercial, como un péndulo que regresa sin mayor motor que la oscilación natural. El gran reto está en impulsar la economía desde dentro para que el repunte se note en los sectores más necesitados y se perciba en indicadores sensibles, como el empleo y los ingresos bien distribuidos. Recuperar los números de las exportaciones y otros grandes indicadores no servirá de mucho si no se alcanza a los números pequeños, ahí donde somos tan vulnerables, en los sectores más olvidados, porque esa vulnerabilidad económica también es la que nos hizo más vulnerables a la pandemia y nos hace más endebles con miras a cualquier recuperación.
@hfarinaojeda