Con la pandemia y la digitalización acelerada de la economía se dio uno de los grandes saltos en los últimos tiempos. No es un fenómeno reciente, pero la digitalización adquirió una súbita urgencia cuando los confinamientos obligaron al mundo a trabajar a distancia, a producir, vender y consumir utilizando plataformas digitales. Y en este último tramo, la popularización del ChatGTP, en noviembre de 2022, desató una carrera desenfrenada entre las grandes empresas tecnológicas para desarrollar sus propias herramientas de inteligencia artificial, a sabiendas de que estamos ante una de las más grandes revoluciones tecnológicas que hayamos visto.
Cuando mediante la inteligencia artificial se pueden resolver problemas complejos, analizando millones de datos en segundos, la gran pregunta que tenemos es cómo impactará esto en el mercado de trabajo. ¿Qué pasará con los empleos? ¿Cuáles desaparecerán? ¿Cuáles serán los empleos del futuro? ¿Cuáles deberán adaptarse para no perecer? La tendencia nos dice que los puestos que están en riesgo son aquellos mecánicos, de naturaleza reiterativa, y que pueden ser reemplazados por la tecnología. En cambio, casi todos los empleos están obligados a reinventarse a la luz de lo que se puede hacer con los avances tecnológicos.
Hay una reconfiguración permanente del mercado del trabajo y aparecen los que son considerados los empleos del futuro: los expertos en inteligencia artificial, los científicos de datos, los desarrolladores de aplicaciones móviles, los expertos en ciberseguridad, los innovadores, los especialistas en realidad virtual y un montón de oficios vinculados a la economía del conocimiento, es decir al saber aplicado a la producción de bienes y servicios. Desde los médicos que hoy deben saber de aplicaciones digitales para realizar diagnósticos hasta los educadores que deben comprender ecosistemas digitales para enseñar acorde a los tiempos, estamos ante una gran transformación económica que requiere una formación extraordinaria.
El pensador Jeremy Rifkin, el visionario autor de El fin del trabajo (1994), decía que para enfrentar un mercado laboral cambiante teníamos que desarrollar por lo menos siete habilidades diferentes, es decir ser competentes en siete campos diferentes para tener capacidad de ajustarnos a las transformaciones del trabajo. Si ubicamos esta idea en el contexto de las inteligencias artificiales, necesitamos aprender y reaprender mucho más que nunca antes.
Los empleos del futuro demandan competencias digitales, capacidad de aprendizaje en todo momento, el desarrollo del pensamiento crítico, de la creatividad y de la innovación permanente. Las habilidades interpersonales y de trabajo colaborativo son más valoradas hoy que hace años, así como la capacidad de resolver problemas complejos usando tecnología y poder emprender. La gran pregunta de fondo es ¿dónde aprendemos todo esto? Las universidades, los sistemas educativos y sobre todo las personas debemos construir la respuesta.