El pleito de declaraciones entre Estados Unidos y Corea del Norte se ha intensificado considerablemente en los últimos días, luego de que reportes de inteligencia aseguraran que el país comunista había logrado reducir el tamaño de sus ojivas nucleares, de tal forma que pudieran caber en los misiles intercontinentales que ha estado probando con éxito este año, lo que supone un avance importante en la carrera del país asiático por convertirse en una potencia nuclear.
Ante esto, las declaraciones, tanto de Kim Jong-Un como de Donald Trump, han generado miedo en la población. Del dictador norcoreano no es raro porque la retórica de aquel gobierno siempre ha sido incendiaria (dijo que habría consecuencias "físicas" y que estaba considerando atacar el territorio norteamericano de Guam), pero de la Casa Blanca aunque siempre había sido firme y contundente en otras administraciones, ahora se ha convertido en amenazante y peligroso (Trump dijo que las amenazas de Kim serían enfrentadas con "fuego y furia, como el mundo nunca ha visto antes").
Pero Rex Tillerson, secretario de Estado, calmó un poco los ánimos diciendo ayer que los norteamericanos podían dormir tranquilos, que él no veía ningún factor específico que le hiciera pensar que estamos ante una inminente guerra. Menos mal que el canciller salió al rescate de la cordura, porque el líder norcoreano ya estaba sintiéndose más en confianza para ser el foco de atención internacional, que es parte de su estrategia.
APUNTE SPIRITUALIS. En realidad el problema con los dichos de Trump, tiene que ver con credibilidad. Porque aquí sus frases de "negociación" están a la vista de todos, y si no cumple lo que dice (que esperemos que así sea), ya no será tan fácil generar respeto en otros líderes mundiales, y los ultimátum dejarán de tener el efecto deseado. Será como la historia de Pedro y el lobo. Por lo pronto, muchos respiraron al escuchar a Tillerson paliar un poco la intensidad trumpiana, que al parecer fue improvisada. Ahora habrá que ver cuánto dura en el puesto el secretario Tillerson.
