Política

En el espejo de Cerocahui (2)

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Hay algo particularmente estremecedor en el silencio cómplice, hijo del temor, que envuelve la vida cotidiana de un territorio tomado por el crimen, como la Tarahumara.

Ese silencio esconde una opresión, invisible a los fuereños, que la comunidad vive puertas adentro como resignación, temor y rabia. Alex LeBaron, víctima y denunciador emblemático de la violencia criminal en esa zona, dijo al reportero de MILENIO, Ignacio Alvarado:   

“Hay un enorme resentimiento hacia las autoridades de todos los niveles. Hablamos de grupos criminales que nacieron y viven junto a sus familias en la zona, y que se sienten no sólo dueños de pueblos enteros, sino de las actividades legales e ilegales que ocurren dentro de ellos” (ver aquí).

Esa “sociedad interna”, invisible, oriunda de la tierra, dice LeBaron, no ha sido tocada por los programas sociales del gobierno. Ha visto crecer los espacios de extorsión criminal en medio de la “política de total impunidad, de brazos caídos, donde no hay persecución, y se fortalecen los sistemas criminales”.

La historia de El Chueco ilustra el ciclo de impunidad/incapacidad/complicidad que mantiene a la Tarahumara en manos del crimen. Su presencia fue denunciada en 2014, cuando, a los 21 años, ya imponía el miedo en la zona amenazando a jóvenes con la muerte si no se unían a su grupo.

El delegado de la PGR en Chihuahua, Arturo Peniche, dijo entonces que los dominios de El Chueco eran de muy difícil acceso y se requería el concurso de los tres niveles de gobierno: municipio, estado, federación. No pasó nada.

El Chueco fue denunciado de nuevo en 2018, por el homicidio de un turista, Patrick Braxton- Andrew. El mismo Arturo Peniche, ahora fiscal del estado, pidió helicópteros para intervenir la zona, pero le fueron negados.

Por su parte, el comandante de la zona dijo a un grupo de activistas que ellos, los militares, no estaban ahí para encargarse de la seguridad.

En 2022, El Chueco volvió por sus fueros: en un solo fin de semana mató a dos rivales de un equipo de béisbol, a dos sacerdotes jesuitas y a un guía de turistas.

Cerocahui es un espejo de lo que sucede en muchas partes de la República, una tragedia que va más allá del narco: la tragedia del crimen dueño de su sociedad, ante la omisión del Estado.

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Héctor Aguilar Camín
  • Héctor Aguilar Camín
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  • Escritor, historiador, director de la Revista Nexos, publica Día con día en Notivox de lunes a viernes
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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