Política

¿Prensa hampona?

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  • Guillermo Colín

Cuando el presidente López Obrador refirió la existencia de un “hampa del periodismo”, sobraron los talantes indignados que se ofendieron y exigieron al mandatario explicarse en medio de un pandemónium desatado. Uno de esos enlistados, Ricardo Rocha, reclamó fuerte y a la cara a AMLO su inclusión como recipiendario de pagos gubernamentales por indefinida publicidad.

En realidad “el hampa del periodismo” como AMLO mismo lo da a conocer, es un concepto de otro de los enlistados, Enrique Krauze (el mismo que motejó al tabasqueño como el Mesías Tropical), quien quiso escurrir el bulto: “Yo no la acuñé como dice el Presidente”. A lo que cientos de internautas eliminaron su amnesia: “hampa del periodismo” aparece en su libro Por una democracia sin adjetivos.

La ironía es que el adalid (señalado también como plagiario), supuestamente arquetipo intelectual-neoliberal de los detractores de AMLO, sea ahora blanco de sus propios dichos que se le regresan cual certeros boomerangs, habiendo sido uno de los conjurados de la fraudulenta Operación Berlín para impedir la vía democrática al poder de un “populista”, beneficiario de millonarias mesadas disfrazadas de servicios de publicidad, facturados al gobierno federal a sobreprecios que se presumen exorbitantes en el marco de la antigua relación entre el poder y los medios a través de bolsas multimillonarias tan indefinidas como “otros servicios”, accesibles solamente a un pequeñísimo grupo privilegiado de facturadores, apenas escondidos detrás de sus propias empresas o de prestanombres para luego develar con total cinismo: “Yo como persona física no recibí un peso, los pagos fueron a cuentas de mis empresas, no a las mías”.

El punto focal lo está perdiendo de vista hasta el propio AMLO: de lo que se trata no es saber si fueron personas físicas o morales las divulgadas, sino si hubo pagos indebidos, facturados por conceptos improbables y a qué costo. Es dinero público que debe saberse cómo se gastó. Qué publicidad se compró y a qué precio. El rudimentario listado difundido, sin esta investigación es una relación útil solo para el escándalo, revive prácticas del Santo Oficio y deja mal parado al Presidente.

Esto no necesariamente significa que no haya un sector de la prensa que sea hampona. Evidencias de su existencia sobran y son vox populi. Lo que sí resulta obligado a revisar son las graves distorsiones sociales que provoca una vez desnudado el soborno llamado chayote, las facturaciones exorbitantes en lo oscurito y los contubernios entre la prensa y el poder.

Al sobrevenir este cambio de régimen, esas relaciones caracterizadas por sometimientos ignominiosos y tráficos de influencias para beneficios particulares están en proceso de reconstituirse. En esa reconfiguración hay quienes piden que el gobierno limite a lo mínimo indispensable su gasto en publicidad y haga uso radical de los tiempos oficiales, medios y redes de comunicación a su disposición, esterilizándose a sí mismo de todo uso corruptor de embutes a la prensa.

Por lo pronto se ha puesto en la mesa el debate sobre las relaciones entre la prensa y el poder en la 4T. Corre todo tipo de huracanadas versiones en medio de las cuales se ven con claridad intereses que las disparan en todas direcciones. Véase a continuación un caso digno de estudio.

El periódico El Universal publicó con titulares de escándalo que se “despilfarran” 15 millones de pesos para ofrecer diario un bufet gourmet a los funcionarios del Conacyt, preparado por un chef y supervisado por una nutrióloga, que incluye salmón y otros delicatessen como huevos orgánicos de granja y frutos rojos. Toda una versión rumorológica de mala leche que embona perfectamente con el discurso reaccionario contra la 4T: “Ahí está, ¿no que mucho ahorro? Faltan retrovirales, pero sobra paté de ganso”.

La realidad es otra. Se trató de una licitación para atender el comedor de los trabajadores del Conacyt, no solo de los funcionarios como tramposamente se hizo saber, donde se pidió un chef, es decir un cocinero, galopinas, loza que no fuera desechable (por consideraciones al medio ambiente), salmón, huevos, leche orgánica de vaca y jugos.

Ahora bien la nota, una ensalada de medias verdades y mentiras completas, esconde al lector cosas como que el salmón se pedía solo una vez a la semana y no como una extravagancia, sino como parte de una dieta integral y saludable; o que los trabajadores a atender sumaban 120 comensales dos veces al día, cinco días a la semana. Elevado al año se trataba en realidad de una licitación para pagar 15 millones de pesos por servir 62 mil 400 comidas al año. Es decir 207.22 pesos más IVA por trabajador por concepto de alimentos orgánicos de primera, dos veces al día, preparados por un chef y supervisados por una nutrióloga. ¿Es acaso eso el “despilfarro” que El Universal hizo saber a sus lectores que el Conacyt hacía de fondos públicos?

Juzgue usted mismo si hay hampa en cierto periodismo mexicano.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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