Política

Generales al borde de un ataque

  • Entre pares
  • Generales al borde de un ataque
  • Guillermo Colín

Cualquiera que haya sido el motivo por el cual el presidente López Obrador haya deslizado en público que en su opinión no existen las condiciones en México para un golpe de Estado, lo cierto es que quizá en un exceso retórico o peor aún como dijo: vacunándose en salud, AMLO puso sobre la mesa de debate un tópico que la inmensa mayoría percibió en un primer momento como algo excéntrico, una idea extravagante que de pronto tomó a la sociedad por sorpresa sobre algo que nadie tomaba en serio: un golpe de Estado en pleno siglo XXI.

Muy temprano en su sexenio, AMLO introdujo (o reveló ingenuamente para conjurarlo) la (im)posibilidad de un golpe de Estado, la máxima desestabilización civil y política que puede sufrir un país. México tenía mucho de no haber vivido un amago semejante. Durante el sexenio de Luis Echeverría y más aún de López Portillo crecían esparcidos por doquier los rumores de un inminente golpe de Estado, pero ni remotamente llegaron a estas claridades. Los “conjurados de Chipinque”, de la élite empresarial regiomontana, lo plantearon, pero todo quedó en intentona.

El problema es que hay palabras sempiternas que una vez pronunciadas no se borran fácilmente, se quedan flotando en el aire como atmósfera en adelante enrarecida y difícil de purificar (una pareja conyugal jamás olvidará aquella petición de divorcio incluso muchos años después de superada la desavenencia, pues en adelante será marco de referencia sobre la precariedad de su relación).

La sociedad mexicana no había escuchado nada semejante en décadas y menos si como fue, a coro tres generales del Ejército mexicano soltaran de su ronco pecho disensos importantes respecto a la manera como es conducido el país por el máximo comandante de la fuerzas armadas. Uno incluso pidió el estado de excepción.

Fue sin duda el utilizado un lenguaje golpista que deja ver abundantes huellas respecto a desde donde abreva la intención: los generales se abrogan en el discurso el derecho para saber, a contracorriente de los votantes, lo que es un régimen “pretendidamente de izquierda”. Es decir, que hasta la filiación izquierdista le regatean a López Obrador, solo lo es, dicen, “pretendidamente”.

Luego hay numerosas alusiones de valor al carácter de los proyectos emprendidos por la administración que encabeza AMLO que “no han logrado el consenso”. Dictados extrajurídicos en los que un general juzga bajo sus propios parámetros lo que por ley militar de manera expresa tiene tajantemente prohibido: manifestarse políticamente.

La coyuntura tiene todas las agravantes a lo que de por sí es grave e insólito. No solo estos generales se pronuncian en público de cara a cientos de otros elementos castrenses o en redes sociales. Uno de ellos se manifiesta abiertamente en contra de las políticas públicas del Presidente, durante un desayuno militar presidido por el secretario del ramo (aquel al que AMLO le tenía mucha confianza). O sea, es imposible desviar en ningún modo la trayectoria del impacto traidor. Mensaje directo a López Obrador. Le dijeron con todas sus letras que las fuerzas armadas mexicanas están “agraviadas”, “ofendidas”, con él. De ahí a la ruptura del orden constitucional quedan milímetros.

La rebelión –por lo menos discursiva– de los generales hace ver en ellos una faceta que había sido poco revelada del Ejército, muy distinta a la apología del apoliticismo que desde sus filas se hacía a lo que consideraban una tradición propia de honor militar: las fuerzas armadas mexicanas solía decirse son un dechado de honor y lealtad. Ahora eso está a juicio. Por lo menos en algunos de sus generales, lo cual también habla de un sinnúmero de otros posibles elementos castrenses que podrían estar ahora mismo en la misma tesitura y contextos ideológicos.

En momentos en los que cualquier cosa puede suceder con Donald Trump y su aviesamente disfrazada oferta de apoyo a AMLO para acabar con el crimen organizado en México (quimera que quiere ser más una invasión a petición de parte) queda patente la desunión visible donde por amor patrio esa actitud divisionista debería inhibirse.

Pero por desventura cuando las desgracias se juntan, nunca vienen solas dice el refrán. En las encuestas supuestas o verdaderas sobre la “oferta” de Trump, más de 50% de la población mexicana consultada se pronuncia por aceptar la guerra que ofrece el presidente de EU (¡!). Somos el único país en el mundo que cuenta con todo un “Museo de las Intervenciones” y pese a que nuestra historia está pletórica de veces que ejércitos extranjeros nos han invadido hay, hoy en día, un vergonzoso 50% de mexicanos que creen en la nada verdadera propuesta trumpista. En el trasfondo de la oferta estadunidense está la codicia de hacerse territorialmente de las riquezas minerales de Chihuahua, Sonora y Durango. ¿Colaborarán con EU los generales de discurso golpista?

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.