Al tiempo que buena parte de la clase política regiomontana se luce de provinciana y ranchera bosteza con temas inanes o se entretiene con otros (como la sanción al Bronco) en dilaciones legislativas para ejecutar un mandato judicial, por otra parte deja de mirar al país en su conjunto como no sea para exigir de la Federación mayores recursos (que casi nunca se obtienen en la cuantía solicitada).
Incluso es omisa como siempre, a prestar atención a la escena nacional y ni parece haberse dado cuenta que se cierne sobre México una amenaza que no es ociosa calificarla –si se concede credibilidad a lo dicho por el presidente Donald Trump– como la más letal de todos los tiempos desde que los norteamericanos nos cercenaron enormes territorios dados sus alcances potenciales.
Ya no se diga que esa misma clase política sultana fue la que dejó pasar por alto sin comentarios la inhumación el lunes pasado de uno de sus más preclaros hijos en la Rotonda de las Personas Ilustres, el regiomontano y fundador del Partido Comunista Mexicano, Valentín Campa, mismo que ahora, entre otros políticos y personajes importantes que ha dado el país, sus restos reposan en el mismo lugar donde yace por ejemplo un Gómez Morín, fundador del PAN, en una de esas antípodas ideológicas que solo la muerte suele nivelar.
¿Para qué prestar atención a la trascendente regiomontanidad de Valentín Campa si para hombres célebres –aunque no alcancen ni el primer peldaño de la Rotonda de las Personas Ilustres–, Monterrey ya tiene y le sobra con el difunto empresario Garza Sada?
Evento solemne de póstumo reconocimiento, si lo hay, a la trayectoria de Campa, un líder excepcional de izquierda, al que en la paradoja para Ripley ninguno de los diarios de Monterrey dedicó ni una sola línea en primera plana.
Los restos de un regiomontano de una connotadísima trayectoria política descienden a la tumba más importante de la nación y Monterrey entero con total indiferencia guarda silencio absoluto.
Como igual podría decirse que ahora ha hecho sordina a la explosiva intención del presidente norteamericano que viene implementando desde hace meses en conjunto con el establishment gringo, afín a sus políticas intervencionistas, para que por la vía de catalogar a los cárteles del narco mexicano como organizaciones terroristas extranjeras, la nación mexicana quede a expensas de todo tipo de calamidades.
Dentro de la amenaza pueden verse en la hipótesis drones de la USAF atacando objetivos urbanos, cierres fronterizos a las importaciones, intervención militar a discreción, bloqueo de cuentas bancarias, prohibición de préstamos, y muchas más de un amplio menú de posibilidades punitivas y destructivas a criterio del gobierno de EU para ser usado contra México por razones y lapsos que solo ellos sabrían cómo fueron determinados o cuándo terminarían si acaso. Medidas que hacen palidecer los estragos que habrían causado hace unos meses los aranceles cuya utilización era el amago original.
Es un escenario de pesadilla que puede tardar hasta un año en llegar, pero que sin duda será magnificado de aquí a las próximas elecciones, periodo durante el cual Trump piensa utilizarlo como promesa de campaña. Es un sueño idílico para un electorado WASP (white anglo saxon protestant) el que México y sus recursos naturales para efectos prácticos fuera a quedar anexado como posesión gringa sin ningún beneficio. Por el contrario, el país caería en una condición de esclavitud.
La probabilidad anunciada toma muy mal parada a la 4T que en materia de seguridad tiene uno de sus principales flancos de vulnerabilidad con una Guardia Nacional de perfil indefinido y una estrategia que bien a bien se desconoce en qué consiste si es que hay alguna.
Y en general a la sociedad, la crisis la obligará a definir si hace acopio de unidad en torno al régimen de AMLO que ya se pronunció en contra de cualquier vulneración de la soberanía o si por el contrario abre un frente interno para debilitar al régimen en favor de la posible fuerza yanqui invasora. No sería extraño. Ha sucedido antes en la historia. Cuestión de recordar al grupo apátrida que viajó a Europa en pos de un emperador extranjero.
A juzgar por las encuestas más recientes, sería posible pensar que un grueso de la población cerraría filas en torno al Presidente y a las instituciones. Pero aún en el mejor de los escenarios de unidad, México de todos modos se convulsionaría de aplicarse alguna o varias de las acciones que EU podría emprender.
La 4T mucho deberá anticiparse a los hechos para primero por la vía diplomática tratar de revertir la inercia mediática y gubernamental que se está formando en EU en contra del país. Y en segundo lugar para revertir dramáticamente los índices de violencia, de manera tal que le permitieran al gobierno mexicano recuperar algún discurso defensivo alegando ya estar en control de la situación que por ahora lleva a Trump a decir que ellos deben venir a hacerse cargo.