Con las redes sociales convertidas en un perenne surtidor de chispas difamantes e intrigas de todos calibres (cuestión de ver todo lo dicho alrededor del senador Noroña en los últimos días), pocos sucesos les arrebatan el nivel de trending topic, como no sea la mañanera.
Pero hasta dicha conferencia matutina de prensa del presidente López Obrador fue opacada por las reverberaciones políticas que provocó la salida sorpresiva, empero muy bien coreografiada y con timing calculado, de Germán Martínez como efímero director del IMSS mediante planeada y publicada misiva-denuncia de retiro.
Obús político dirigido hacia el más alto nivel de la SHCP, pero con la telemetría precisa para dar en el blanco personificado por AMLO, quien en una de tantas motivaciones enigmáticas de la 4T, al llegar al poder lo hizo primero senador de la República y posteriormente lo colocó al frente del IMSS (al abogado sin experiencia en el ramo quien había sido uno de sus más recalcitrantes adversarios por décadas) solo para mandar un pretendido mensaje de conciliación y de inclusión.
Mensaje que desde luego, al no haber contraprestación en el otro extremo del trueque, a sus enemigos les valió sorbete el nombramiento del ex panista al frente de la institución más emblemática del país en el sector salud, mismo que fue asumido a título gratuito, dando razón a quienes afirman que también AMLO se equivoca, no obstante que sin duda es un animal político.
Así, empacado el obús político en la apariencia de una carta de renuncia dirigida al Consejo Técnico que es a la vez diagnóstico terrible de verdades a comprobar por males que afligen y tienen prostrado al IMSS, Germán Martínez despegó con estruendo balístico de su prefabricada e inmejorable plataforma de lanzamiento político rumbo al 2024. Aun cuando en principio el lanzamiento tiene buen pronóstico faltará ver qué pasa cuando surja a la luz pública el informe financiero del IMSS en apariencia a ser rendido en junio próximo como la ley dispone.
Aunque en política nada es seguro, tendrá Germán en principio una placentera estancia de cuatro a cinco años en su mullida curul del Senado de la República, desde donde a su regreso a ella podrá acrecentar sus bonos políticos con el respaldo de una cómoda dieta económica que todavía incluye recursos a fondo perdido y la posibilidad de estar desde ahora en el juego de los opositores que podrían aspirar a la Presidencia.
Por más que hoy lo tilden de “traidor”, Germán se va como el adepto a la 4T que les dio una sopa de su propio chocolate: puso nombre a las medidas de austeridad que imponen e instrumentan desde la SHCP. Señores, les dijo y se los puso por escrito, por sus efectos, sus recortes poco profesionales son dictados de pura cepa neoliberal. Lo que dicen combatir. Y los recortes draconianos en salud afectan a los que más dice este gobierno que se debe: a los pobres.
Es imposible a estas alturas no observar que la 4T tiene ante sí un crucigrama de engranes vitales que están tronando en sectores sociales vulnerables; sea que se mire al estado en que quedaron las indispensables guarderías o las trizas de lo que queda de ellas (a las que los abuelitos debían sustituir en la fantasía senil del ministro Urzúa), o sea a los grupos de adultos mayores o a los beneficiarios del extinto Prospera, que como en otros varios programas desaparecen de la noche a la mañana sus magros estipendios sin que medie algún escrutinio de lo que vale rescatar de ellos.
De pronto hay viviendas pobres donde los hijos ya no piensan seguir estudiando la secundaria por falta de becas que ya no llegaron sin ninguna explicación, o por raquíticas manutenciones bimestrales que eran todo un sustento, magro, pero al fin y al cabo gotitas de agua que sin previo aviso dejaron de ministrarse. El pregonado asistencialismo de AMLO –no necesariamente reprobable por sí mismo– se convierte así en desorganizadas bolsas que no se sabe bien a bien qué reparten, a quiénes y a dónde.
Presentada que fue la renuncia, deja detrás de sí un tiradero difícil de recomponer.
AMLO salió a la palestra con desgastadas frases de circunstancia (“nadie debe trabajar a disgusto o por la fuerza”) y respaldó como debía a Urzúa, pero está claro que si el Presidente no quiere sufrir un próximo descalabro mayúsculo, debiera revisar cómo están realmente operándose las finanzas nacionales.
La misiva pergeñada con las finalidades que se quieran, es amplia, elocuente memorial de daños: el IMSS agoniza y la SHCP asfixia a la institución; se entromete con ella, no la deja operar y hasta cuando solicita criterios para aplicar políticas, le cancelan la cita al titular del instituto 24 horas antes y sin explicación ni reposición alguna.
AMLO mismo se dio un tiro en el pie al declarar que ya sabía del conflicto que se gestaba entre el IMSS y la SHCP, ¿qué esperó el Presidente desde su liderazgo para controlar el incendio que iniciaba y que hoy le hace explosión?