Retornan –o acaso nunca se hayan ido– las declaraciones erráticas entre el presidente AMLO con su gabinete o con actores políticos de relevancia afines a la 4T, en el manejo de los cuales cuenta la improvisación certera y el ingenio político para salir airoso de una situación descolocada.
Atributos que ciertamente no se le ven al equipo lopezobradorista, que en una variedad de episodios luce bisoño, inexperto, incapaz de medir el alcance de las declaraciones políticas desde el primer círculo del poder en México.
El más reciente resbalón de declaraciones contradictorias, fue el escenificado entre su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el propio AMLO. La primera hizo un inusitado anuncio respecto a un eventual diálogo con “grupos que quieren deponer las armas”.
El Presidente desmintió la versión más no precisamente de tajo. Lo hizo con rodeos para llegar a donde mismo. En su estilo lo niega, pero acaba en el punto de partida: “…ahorita estamos dialogando con muchos grupos, y están de verdad, nos han manifestado ya, que no quieren seguir en esta violencia, que ellos quieren deponer las armas…”. O sea, AMLO confirma que sí hay acercamientos con ese propósito, presumiblemente llevado a cabo por la encargada de la política interior del país. Entonces, ¿para qué negarlo y no darle a su secretaria de Gobernación el espaldarazo si como quiera ya se expuso la versión?
A manera de fallida clarificación, Sánchez Cordero añadió más tarde: “No son autodefensas, no son crimen organizado. Los acercamientos se han realizado en Michoacán, Guerrero y Tamaulipas”, con lo que acabó de contaminar de turbiedad su dicho. Hasta abrió paso a una hipótesis por eliminación: si (a) no es con el narco y si (b) no son las autodefensas con las que el régimen de AMLO dialoga un presunto desarme, entonces (c)… ¿ya regresó la guerrilla?
Minutos después, desde Bucareli salió un boletín que solo empeoró las cosas: se trataba, dijeron, de expresiones “falsas” producto de “una lamentable edición”, a lo que cabe interrogar: ¿edición de qué si las grabaron al aire?, ¿mala edición de la propia secretaria en su mente? Tiene razón el columnista José Jaime Ruiz cuando señala que pudo haber sido más eficaz y creíble decretar que eran fake news.
Pero resulta que a la postre ni tan lamentables ni tan falsas fueron sus palabras, ya que menos de un párrafo adelante en el mismo boletín con el que Bucareli pretendía arreglar el embrollo, vuelve a dejarlo como estaba solo que más erizado: “...declaraciones vertidas hoy por la secretaria de Gobernación en las que expresó la voluntad de diálogo con auténticas organizaciones de autodefensa para alcanzar la pacificación de algunas zonas del país…”.
O sea primero Olga Sánchez Cordero hace declaraciones polémicas que hablan de diálogos en curso con grupos armados (sic). Tema sin duda delicado que da a conocer al país como una inesperada acción del gobierno de AMLO. Éste al darse cuenta de las implicaciones de lo dicho por su secretaria, la desmiente y la deja malparada sosteniéndose con alfileres. Pero luego la oficina de Sánchez Cordero al intentar atribuir a un “error de edición” lo dicho por la secretaria, ¡ratifica! lo que el Presidente desmiente. Peor imposible.
Por los contenidos y las finalidades no explicitadas quedan cabos sueltos: para empezar, ¿con qué grupos armados hablan si no son las autodefensas y el crimen organizado en Michoacán, Guerrero y Tamaulipas?
Algunos piensan que lo que Olga lanzó al aire es lo que en la industria de la pirotecnia se conoce como un “cuete buscador”, porque en efecto arde y chisporrotea a trompicones, al tiempo que brinca aquí y allá con explosiones intermitentes. Pudo ser, pero suena a hipótesis muy elaborada haber hecho todo este sainete para nada, ¿para tomar el pulso social, o el de los grupos de interés sobre el tema? Un escándalo absolutamente gratuito.
Al final prevalecerá la noción que en la 4T se llevan a cabo “negociaciones en lo oscurito” con “grupos armados”. Al igual que en el encuentro pretendidamente fortuito en Palacio Nacional entre José Antonio Meade y el secretario de Hacienda, donde desde la ingenuidad política (la peor de todas) primero se negó y luego se quiso hacer pasar como “reunión gremial”.
Lo que prevaleció en la sociedad mexicana fue la noción de que Meade (en el top 10 de los involucrados en la estafa maestra) habría acudido a salvar su pellejo, en el contexto de las revelaciones del sonado caso de peculado multimillonario
Un poco la misma nulidad que logrará AMLO, aludiendo sin nombrar a “trepadores, oportunistas y politiqueros” en la saga del diferendo entre los morenistas Ricardo Monreal y Martí Batres, a ninguno de los cuales les queda el saco, pero si se lo ensucia bastante al propio Morena. Quién sabe qué gane AMLO con vociferar epítomes que a ninguno de los dos senadores les quedan. Pero igual Zeus desde el Olimpo se entretenía a menudo lanzando rayos y centellas a los pobres mortales.