Política

AMLO no está manco

  • Entre pares
  • AMLO no está manco
  • Guillermo Colín

Diríase en tono de cronista deportivo que hace un par de días en Palacio Nacional, el presidente López Obrador pegó un megazurdazo a sus malquerientes que ya se aprestaban a hacer carne molida del cero en crecimiento que cifras del Inegi propinaron a sus ya famosos “datos alternos”.

No fue cualquier cosa, antes bien fue algo histórico. Resolver con constructoras de gasoductos una disputa a favor de la Nación por la friolera de 4 mil 500 millones de dólares en un diferendo que ya acumulaba barruntos de tormenta con repercusiones internacionales, es un éxito por donde se le vea.

Esas constructoras de diversos gasoductos en México se recordará que fueron aquellas sobre las que hace unos meses, Bartlett dio la voz de alarma de manera estentórea relativo a que tenían signados contratos “leoninos” firmados por la pasada administración peñista.

Tales contratos eran tan onerosos que en el corto plazo hacían inviable a la Comisión Federal de Electricidad, y en última instancia se volvería muy oneroso pagarlos por el gobierno mexicano. La triquiñuela estaba entre aplicar parejo el precio de construcción por encima del precio de conducción del gas una vez terminado el gasoducto.

Bartlett, en parte reposicionado, proponía el rescate a favor de la CFE de los gasoductos construidos. La moción no prosperó, pues se corría el riesgo de una interpretación perjudicial a México.

El gobierno mexicano no obtuvo todo lo deseable, pero del tamaño de la rapiña del patrimonio nacional a la que se aprestaban esos constructores sobre lo que se habían conseguido, da cuenta el monto monumental de la quita.

En lo inmediato, la presidencia lopezobradorista incrementa su bono de legitimidad y reconocimiento por evitar lo que en otro sexenio hubiera sido motivo de reparto fraudulento, con las constructoras de gasoductos, en lugar de ahorrarle al país millones de dólares. Al mismo tiempo, en el anuncio para dar a conocer el finiquito de la disputa, AMLO se hizo acreedor a un espaldarazo por parte de más de las dos terceras partes principales del empresariado organizado de México. Solo faltó Gustavo de Hoyos, quien como se sabe es abierto opositor del Presidente.

Carlos Slim y Carlos Salazar Lomelín, prominentes hombres de negocios con trayectorias reconocidas, el primero por sí mismo como el empresario más rico de México y uno de los más grandes del mundo, y el segundo, de buena reputación como director del Consejo Coordinador Empresarial, acompañaron con su presencia al Presidente en el evento como una suerte de avales del exitoso acuerdo con las gaseras.

Pero no fue a pedido del presidente López Obrador que Slim hizo uso de la palabra en el evento, como doloso lo afirma uno de sus ríspidos detractores (Raymundo Riva Palacio). Slim, con la anuencia presidencial, respondió una pregunta específica de un periodista apodado Lord Molécula (que por su estilo ha cobrado celebridad en las mañaneras). No fue que a Slim como lo describió Riva Palacio: “… el Presidente lo llamó al atril cuando quiso y le pidió que hablara”.

Todo con afán de dejar la idea que el Presidente hizo del personaje lo que le vino en gana casi como marioneta (véase “La sumisión de Slim”, El Horizonte, 28/08/19). Lejos de ello, fue Slim quien elaboró un puntual y franco reconocimiento (no una “alabanza ramplona”) del rumbo que lleva la 4T y acabó –a pregunta del periodista que se lo pidió, no de AMLO– estableciendo que en los momentos actuales y a solo meses de distancia recorrida por el sexenio, no es tan importante el crecimiento (“que vendrá y pronto”, dijo), sino las bases que se están sentando para ello.

Y habló de los grandes proyectos del sexenio en infraestructura los que a su juicio deberán detonar la demanda que hará del crecimiento una realidad próxima.

No es algo infrecuente que los detractores de AMLO se conduzcan con esta evidente mala leche en redes sociales. Pero en el ámbito profesional se esperaría algo mejor a la que exhibe el columnista citado. Otros como Ricardo Alemán (que fue corrido de algunos medios por una nada velada presunta incitación al magnicidio) continúa a diario su proclama recurrente: “Tenemos al peor Presidente de México”.

Hay empresarios que legítimamente empiezan a reconocer logros, más allá de los expedientes pendientes de la 4T, también visibles. A ellos les llaman unos “lisonjeros”, “agachados”, “melosos”, “sumisos” y hasta “abyectos”. Esta cadena de epítetos habla más bien de la amargura o frustración de quienes así lo escriben porque no han podido, junto a otros libelos semejantes, hacer mella en el curso de las preferencias ciudadanas que se mantienen altas respecto al desempeño de López Obrador.

En lugar de una evaluación mesurada priva entre muchos opositores una dialéctica visceral de odio, que lleva hasta a tildarlo de fraude, cosa no imposible si se quiere, pero sí para muchos alejada de la realidad a menos de un año de gobierno y con todos los puntos a favor que le reconocen hasta sus enemigos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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