Lapidaria sentencia de la Organización Mundial de la Salud: la ingesta recomendada de fructosa del ser humano es de 50 gramos diarios. Demostrado está que un refresco contiene 65 gramos de jarabe de alta fructuosa que va directo a la sangre de los consumidores, así que podemos irle sumando cuánto consumimos de este producto derivado del maíz amarillo que nos venden los estadunidenses.
Y ya que estamos entrando a este obscuro y preocupante tema, otro dato aún más alarmante: la fructosa, pese a todo el daño que hace y al riesgo que provoca en el aumento de diabéticos en el país, por el acuerdo recientemente firmado de exportación de azúcar, México está obligado a comprársela a Estados Unidos.
Hace casi un año, pese a las protestas de los productores mexicanos —30 de junio— se firmó un nuevo acuerdo comercial azucarero, en el que se limitan las exportaciones a un millón 200 mil toneladas de azúcar sin refinar hacia el mercado estadunidense a cambio de comprarles un millón de toneladas de alta fructosa.
En Estados Unidos el debate pasó de determinar, por la Food & Drug Administration, que la fructosa no la digiere el cuerpo humano, a regular el etiquetado de los productos que la contienen. Es decir, están por obligar a las grandes marcas de bebidas y alimentos que sus productos tengan en sus etiquetas la leyenda del contenido de fructosa y el daño que provoca.
Mientras esto sucede, los refresqueros en aquel país han optado por evitar colocar cualquier tipo de leyenda, se contenga o no fructosa en sus fórmulas. Excepto Dr Pepper, marca de refrescos más antigua que Coca-Cola, que ya implementa una gran campaña contra el consumo de tan dañino endulzante. Paddy Spence, CEO de la marca, lo advierte así: “Si ven 10 años hacia adelante, vamos a ver un mercado diferente para las gaseosas”.
Entonces en dónde focalizaremos la pugna por el mercado de los endulzantes, les anticipo que en las zonas productoras de zevia (o stevia). Y es que esa materia prima se puede producir en una sencilla huerta de casa hasta en grandes sembradíos, es un producto noble que han sabido trabajar principalmente países orientales como China y Japón.
Sin embargo, no es la solución más recomendable, y de ahí otro futuro conflicto de etiquetado. La stevia, en efecto es una planta fácil de cultivar, con las que muchas envolturas suelen adornarse por lo verde y fresca que se muestra ante los ojos del consumidor; pero, las letras chiquitas dicen otra cosa, para lograr los efectos endulzantes que tiene se necesita una descomposición química que incluye el uso de sustancias agresivas para el ser humano, de lo cual no se informa.
En fin, por el momento lo más natural y menos perjudicial sigue siendo el azúcar de caña, incluso refinada, pero su producción, costo y uso es un tema en el que México aún no puede avanzar.
Mientras, es un hecho que somos, y hasta por contrato, siendo los únicos compradores de fructosa estadunidense que otros países prohíben. Si así siguen las cosas, los estados productores en ese país seguirán vitoreando a su Presidente. Bien por él. Por nosotros… salud, ja.
@lupitaromero