Inútil sería acudir a los registros para contar cuántos meses parecía que la mexicana palabra gasolinazo se convertiría en algo común. Fueron muchos, desde el 1 de enero de este año recién iniciada la aplicación de la reforma energética promulgada en 2014. Y aunque hay quien aún insiste en el tema e incluso llevan agua al molino de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros al publicar lo que repiten, versión Joseph Goebbels región cuatro, una y otra vez para aminorar lo que más bien parece una justificación para aumentar el precio del combustible, lo cierto es que no puede darse un incremento que golpee todavía más el bolsillo de los mexicanos.
Y argumento. Los nuevos y viejos (porque no crea que desaparecieron los grandes tenedores de franquicias gasolineras acostumbradas a negociar solo con Pemex y atender las disposiciones de Hacienda, encargada de controlar los precios) empresarios distribuidores y expendedores del energético tienen un gran punto a favor para verse obligados a elevar los precios: la falta de infraestructura logística y de almacenamiento para cumplir con el principio básico de un mercado abierto, comprar al mejor postor.
Con la liberalización de precios que se concretó el pasado noviembre en todo el país pareciera que una de las promesas de la reforma energética se cumpliría, el mercado de combustibles sería regido por la oferta y la demanda. Los consumidores podrían elegir la marca y lugar de compra, ir de una gasolinera a otra comparando precios o hacer uso de las aplicaciones móviles que ofrecen señalarle al usuario dónde está el servicio más cercano y al mejor precio. Pues eso aún no pasará, falta infraestructura para que el cuadro se complete y Hacienda aún no suelta el asunto, lo sigue suavizando como lo anuncio hace unos meses su entonces titular José Antonio Meade, hoy precandidato a la presidencia del país.
Si, como tradicionalmente amanecemos mañana con un gasolinazo no será justificado, será desvergonzado, pues como todo negocio los apostadores a este nicho saben que deben invertir, sacrificar y luego ganar al paso del tiempo, no especular con cargo a la cuenta de los consumidores. Las inversiones ya están anunciadas y en su mayoría comprometidas, irán entre un rango de 16 mil a 20 mil mdd para el desarrollo de proyectos logísticos, de almacenamiento y distribución por parte de empresas nacionales y extranjeras.
Claro, es cuestión de esperar, como dicen los más enterados, por lo menos un quinquenio para tener listos estos recursos que urgen para silenciar a los especuladores y dar pretexto a los gasolineros para hacer del gasolinazo la palabra preferida de los medios en estos días.
No olviden lo ya publicado, la Comisión Reguladora de Energía reconoció que se pueden concretar cuatro poliductos que cuentan con permisos y que representan 1.3 y 2.3 mil millones de dólares, y además se han autorizado licencias para el transporte de petrolíferos a ferrocarrileras con inversiones por más de 1.5 mil mdd. Y menos aún los nueve proyectos de almacenamiento y distribución que ya corren con 331 mdd en Baja California Sur, Tamaulipas, Guanajuato, Estado de México, San Luis Potosí, Veracruz, Yucatán y Chiapas.
Memoria, compromiso y apuestas bien plantadas.
@lupitaromero