El lunes, una polémica publicación en redes de la precandidata Mariana Rodríguez comenzó a rebotar en el mundo digital. Era un villancico supuestamente dedicado a su hija Mariel -Sí, nombrada así como nombre compuesto de sus padres-.
Retomándolo, subí un tweet donde señalaba lo acertado dentro de la comunicación política en comparación a lo tibias y desfavorecedoras comunicaciones de las candidatas a la presidencia.
La respuesta por parte de los seguidores virtuales de Xóchitl Gálvez fue rabiosa, como si la desaprobación a una opinión digital fuera a ser lo que ayudara a remontar la distancia que existe hoy entre la propuesta opositora y la candidata oficial.
Se olvidan que las campañas es una combinación entre propuesta, equipo, propaganda y personalidad. Curioso que eso suceda cuando parte de los atributos que midieron en esa combinación de encuestas y votación para elegir a su candidato tenía eso: qué tanto arrastre tenía.
Hoy, desesperados porque la apuesta no levanta, insistentes que se debería ver el proyecto de nación. Peculiar petición que hacen de plan sobre personalidad cuando, si así fuera, el candidato entonces debería ser Creel o Paredes, ambos flojos y lejanos a la población.
Lo cierto es que la brújula de comunicación del famoso Frente Corazón por México está extraviada. Todos los días sin excepción el gobierno da una razón que serviría de punto de partido para convencer a la población de cambiar de rumbo.
Ya sea en el ámbito de la seguridad y la impunidad del crimen organizado o en la apuesta partidista que suma a impresentables u otorga huesos a personajes cuyo único mérito es la preferencia personal de un favorito del obradorato o los dichos desafortunados diarios del presidente o la inacción de los programas sociales o la probada incomodidad de la sociedad hacia el sistema de salud o el nepotismo que cabalga sin control o las obras inauguradas aun sin terminar que causan decepción o burla o la evidente preferencia de propagandistas dentro de las conversaciones públicas que intentan cambiar el rumbo de la discusión o la economía con alfileres al aumentar deuda y gasto público o el timo del equipo de Ebrard o las intrigas de Palacio Nacional o el atraso en educación o los trabajos mal pagados y promesas incumplidas o lo que ustedes quieran. Diario hay una.
No obstante la facilidad, ninguno de estos caminos es ejercido por los que en realidad coordinan campaña y discurso. Es evidente que Xóchitl Gálvez no controla el destino de su trote y que está rodeada de personajes que carecen de visión para leer el país y las necesidades del votante. Piensan que entusiasma el priismo rancio y el panismo mocho, cuando de todo lo que repudia la ciudadania de ellos es eso: la asociación de pasado corrupto con dichos partidos políticos.
El mismo día de la aparición del video de la Influencer convertida en candidata -la cual, a propósito, tiene enormes debilidades que son subsanadas por propaganda- apareció una encuesta que sitúa a Gálvez a 30 puntos de Sheinbaum.
Esa es la guerra que no quieren pelear. La que van a perder.