Las últimas dos semanas he estado enclaustrado en CNN. Atlanta sería una ciudad árida y básicamente aburrida si no fuera porque, en el centro de ella, se encuentra el cuartel general de Cable News Network.
Cuando Ted Turner lanzó en 1980 CNN, el mundo era muy distinto, la comunicación estaba basada aun en lo que pudiera dar cualquiera de las cadenas de televisión abierta de los Estados Unidos. Las coberturas de guerra eran en enlatados que los corresponsales mandaban por despachos o mensajeros —muchas veces, pasajeros que iban de regreso a Nueva York o Chicago— y la CBS aún vivía de la estela de prestigio que le había dejado Walter Cronkite y Edward Murrow.
En México, Televisa controlaba la televisión. El canal trece era un chiste mal contado por Margarita López Portillo y la OTI era esa etiqueta que usaba Televisa para controlar el discurso internacional y de corresponsales. Sí, en ese 1980, la presencia de la información internacional era extensa porque la política nacional era solo un repaso del discurso diario de Quetzalcóatl López Portillo. En el control informativo nacional, la filial de Jacobo Zabludovsky por lo internacional mediaba la aridez informativa.
CNN modificó todo en el 91. La transmisión, en vivo y por satélite, de la primera Guerra del Golfo le dio un vuelco a todo. Ted Turner jugaba con la idea de McLuhan de la aldea global y superaba sus ataques depresivos al transformar Atlanta y el mundo.
Con el tiempo, la tecnología rebasó a CNN. Las noticias en tiempo real y las redes sociales hicieron por momento innecesario un canal de noticias.
Pero la empresa ha cambiado. Dramáticamente. Mucho del cambio es, claro, por el efecto Trump.
Pero no perdamos de vista que otro factor es la manera en que transformaron su visión de negocios a algo que cohesiona y acciona de manera orgánica conforme la noticia.
Ahora, el canal tiene el doble reto de superarse y superar el ataque. El mismo ataque y presión que sufren los medios en otros países ante el avasallante poder gubernamental.
Lo único que queda es ver si la doble apuesta funciona y crece para todos más allá del mote de noticias falsas.
Solo como reflexión desde está aburrida ciudad del sur norteamericano.