Me impresionó una nota en la que se decía que una norma oficial de la Secretaría de Salud, había autorizado que las niñas de 12 años abortaran. Lo estudié con sumo cuidado. Puras mentiras.
Habrá que indagar qué política pública existe en planificación familiar para la mujer adolescente, a fin de determinar los aspectos socio-culturales, educativos, laborales, jurídicos y asistenciales que inciden en su bienestar individual y social, con el objeto de lograr el mejoramiento de su calidad de vida, a través de la comunicación social. Enseñarlas.
Las niñas a pesar de que conocen métodos de planificación familiar desde chicas, se embarazan y ya. Pero... ¿por qué no habrían de hacerlo, si el gobierno les facilita todo? Solventa sus problemas y necesidades. Les da apoyo: dinero a través de programas asistenciales como, Oportunidades, para sus pequeños hijos y las cubre en su salud con el Seguro Popular, desde el momento de su embarazo. Ahora, a partir de 2014, existe el Seguro Universal y el Seguro Médico Siglo XXI. Esto hace a la población inútil y no la enseña a pensar ni a tener conciencia de sus actos.
Existe la necesidad de enseñar a las mujeres jóvenes a tener conocimiento y conciencia de lo importante que es su cuerpo. Convertir en prioritario un programa inteligente y digno que les dé el conocimiento suficiente, preciso, cuidadoso, de lo que significa el procrear un hijo. Ser responsables.
Los seres humanos precisan nacer en un ambiente diferente de lo que están viviendo en este momento. Habrá que considerar que la pobreza es la acción más violenta a lo que se está enfrentando este país, junto con la inseguridad nacional.
Un componente de particular relevancia es la incorporación de perspectiva de género en todas las actividades de normatividad, educación, comunicación, prestación de servicios, investigación y evaluación en materia de planificación familiar, tendientes a asegurar relaciones equitativas entre los géneros y con igualdad de oportunidades, para contribuir a la emancipación y defensa de los derechos de las mujeres, particularmente los sexuales y reproductivos.
Lo de verdad es que en estos dimes y diretes del Inegi y del Coneval, 80 millones de mexicanos en extrema pobreza, no son pocos.