Gil rompió su techo de cristal y aquello fue un desastre, estruendo, vidrios rotos, destrozos, afortunadamente no hubo desgracias que lamentar. El chiste es malo, pero la figura es peor. Antes de que otra cosa suceda, Gil declara que le da lo mismo donde pongan el cuerpo del papa Benedicto XVI. Si depositan sus restos en una capilla ardiente instalada en la Basílica de San Pedro o si arrojan lo que queda de él al río, no se pierde nada, murió a los 95 años. Los papas viven siempre muchos años y sufren terribles enfermedades que superan como si fueran inmortales, pero al final fenecen por órdenes divinas, como cualquier mortal.
El Vaticano informó que acudieron a despedir a Benedicto 65 mil personas. Ratzinger yace en una plataforma elevada cubierta por una tela dorada. Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de AFP. “Señor: te amo”, fueron las últimas palabras pronunciadas por Benedicto antes de fallecer. La verdad, si de últimas palabras se trata, las de Álvaro Obregón son mejores: “Quiero más totopos”, y hasta la vista, baby. De paso, Gamés declara también que el papa Francisco no le parece simpático, ferviente guardián del dogma, este sumo pontífice tampoco le simpatiza al jacobino Gilga. Dicho lo cual hagan lo que se les dé la gana con Ratzinger.
Chorizos
Hay de frases a frases. Las palabras agónicas del pontífice Ratzinger nada tienen que hacer ante la nube de conceptos con que se expresa Delfina Gómez, candidata de Morena al gobierno del Estado de México: “Inicio este domingo disfrutando unos ricos tacos de birria en mi querido Texcoco. ¿Ustedes ya desayunaron?”.
En el mundo todo ocurre al revés. Gil respetaría muchísimo a Ratzinger si sus últimas palabras hubieran sido precisamente éstas: “Termino este domingo disfrutando unos ricos tacos de birria”. El Vaticano en pleno se habría entregado a la birria. Y Gil jura y perjura que votaría por Delfina si ésta dijera: “Señor, te amo”, desde luego refiriéndose a Liópez Obrador.
Por cierto, en un acto de unidad como de gelatina Jell-O, Gómez nombró a Horacio Duarte como su coordinador de precampaña y a Higinio Martínez como delegado especial para el proceso electoral, ambos sus contendientes por la candidatura. En el acto estuvo presente Mario Delegado, quien ha dicho que la campaña arranca el 14 de enero en Toluca y que habrá chorizos (no empiecen). Delegado (siempre se le chispa una “e” a Gil) dijo: “Tanto Higinio como Horacio se han portado a la altura, han mostrado que lo más importante es cambiarle la vida a millones de personas, y no tener un cargo, eso nos fortalece mucho, porque la oposición apostaba por nuestra división y miren”. En efecto, cambiarle la vida a millones de personas no es la gran cosa, si fueran miles de millones de personas estaríamos hablando de otra cosa.
Lozoya, “muy poquito”
Gil lo leyó en su periódico El Financiero en una nota de Eduardo Ortega: “El ofrecimiento de la defensa del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, de pagar 3.4 millones de dólares para reparar el daño en el caso de Agronitrogenados, con el objetivo de enfrentar su proceso en libertad, ‘es muy poquito’, afirmó el presidente L(i)ópez Obrador”.
Gamés desayunó con la noticia de que Lozoya y los suyos ya han devuelto 100 millones de dólares. No les amarraron las manos de chiquitos: la empresa se vendió con un sobreprecio de 200 millones de dólares. O sea que si Lozoya no se pone con otros 80, seguirá durmiendo en chirona.
Gilga no ha leído el reportaje que cuente el camino de ese dinero. O sí, ¿ya se publicó? ¿A dónde fue a dar esa lana? A veces Gamés se siente así como agronitrogenado, como vendido con un gran sobreprecio. Que Lozoya rompa el cochinito.
Gran análisis
Mediotiempo informa: Gerardo Martino le aconseja a la Federación Mexicana:“el futbol mexicano y los jugadores deben experimentar varios cambios para que los resultados mejoren en el Mundial de 2026”. No tiene madre.
Todo es muy raro, caracho, como diría Dorothy Parker minutos antes de morir: “Perdonen por el polvo”.
Gil s’en va
Gil Gamés