La carroza que llevaba los restos mortales de Juan Gabriel cruzó el puente Paso del Norte a las 6 de la tarde del sábado para dirigirse a la casa del cantante en Ciudad Juárez. Miles de seguidores a lo largo de 3 kilómetros hicieron una valla y cantaron al paso de las cenizas de Juanga. Después del homenaje privado, la urna partiría a la Ciudad de México para recibir honores en el Palacio de Bellas Artes.
México recuperaba el resuello al fin y se recuperaba de la postración, pues nadie sabía del paradero del cuerpo de El divo de Juárez y más tarde se ignoraba el sitio donde se encontraban las cenizas del cantautor (Gil siempre había querido escribir la palabra cantautor y en estos días la ha escrito dos o tres veces, pequeño regalo de la vida).
La televisión y la radio, los periódicos y los suplementos le dedicaron un espacio a Juan Gabriel, una crónica, un breve ensayo, un chispazo, una luciérnaga, una oración. Como todas las semanas, Gamés abrió las páginas de su suplemento Laberinto y encontró algo colosal, indómito, superlativo: tres poetas “de amplia trayectoria literaria” opinan sobre Juanga, su personalidad, sus canciones. Gil farfulló: vamos a leer esto antes de que el sábado tome camino rumbo al domingo. Entre los textos de Hernán Bravo Varela, Braulio Peralta, Guillermo Arreola y Enrique Patrón, hubo algunas explosiones.
Impresionantes analogías
José Javier Villarreal, Premio Nacional de Aguascalientes en 1987, escribió de forma rutilante lo siguiente: “Me gustaría leer la vida de Juan Gabriel como en vidas paralelas con grandes personajes y escritores. Por ejemplo Cervantes, cuando es prisionero en Argel y está en un calabozo en un barco que se dirigía a Constantinopla, si los que lo iban a rescatar hubieran llegado un día después ya no hubiera existido retorno a España para Cervantes. De esta forma veo cómo en México hay cientos de jóvenes que desaparecen y no sabemos si ellos pudieron haber escrito un Quijote, en este sentido, Juan Gabriel fue un joven expósito, quien fue remando contra todo, si él no lo hubiera hecho no habría Juan Gabriel ni nada”.
Caracho: Gil sintió un mareo y un dolor en la boca del estómago: ¿Cervantes, Juan Gabriel, jóvenes desparecidos, El Quijote? Todos a las trincheras, el vuelo rasante de las analogías siempre es peligroso. Un grito desgarrador rompió el silencio del amplísimo estudio: ¡ay mis hijos, confusos e indigestos!
Lean y oigan esta comparación del poeta José Javier Villarreal: “Siguiendo estas vidas paralelas, Juan Gabriel tiene una canción que dice: ‘No tengo dinero, ni nada que dar, lo único que tengo es amor para dar’, que me recuerda a Fray Luis de León, quien fue hecho preso por traducir el Cantar de los cantares. Cuando es liberado lo reinstalan en su cátedra en Salamanca y cuando regresó dijo: ‘decíamos ayer’, como si no hubiera trascurrido un solo día desde que lo apresaron y eso hizo Juan Gabriel: se va a la cárcel y cuando sale sólo tiene amor para dar y no habla de sus días de prisión”.
Gilga no tiene palabras ni amor para dar, apenas balbucea: Villarreal es el rey de las analogías y debe recibir un premio grande, ¿de acuerdo? Estos naufragios ocurren cuando se confunde la gimnasia con el boxeo, y la magnesia con el Rivotril. Gilga se encuentra aturdido: ¿qué rayos tendrían que ver Cervantes y Fray Luis de León con Juanga? Gamés se dio en la pared un tope de los fuertes: ¡soc! y exclamó: no jalen, en serio. Esténse sosiegos.
Gorros y serpentinas
La poeta Minerva Margarita Villarreal, también premio Aguascalientes, no quiso quedarse atrás y se despachó con el cucharón del pozole. La lectura de estas líneas requiere de sus buenas gotas de Rivotril y de un Paxil. ¿Ya? Allá vamos: “En la Divina comedia, Dante habla del ‘parlar coperto’, del hablar encubierto, decir de soslayo para que el otro, en este caso Virgilio, entendiera de manera subyacente lo que Dante quería transmitirle. Juan Gabriel hace exactamente lo mismo con sus letras y en su actuación en escena. ‘Amor eterno’, según la biografía de su ex mánager, no fue escrita para su madre, sino para un amante del artista que se voló los sesos jugando a la ruleta rusa siendo muy joven”.
Siendo muy joven, Gil jugó a la ruleta, pero no rusa, la normal. Un escalofrío recorrió la espalda viril de Gil (qué, ¿viene el Conapred?): qué desastre, ¿quién les enseñó a estos poetas la literatura comparada? Seguramente el profeta Mimí. Caracho, muchachos, tranquilícense, ¿a quién se le puede ocurrir que “yo no nací para amar” es una frase de Ricardo III cuando dice: “los que no nacimos para amar”? Ya en serio, poetas, sendos premios Aguascalientes: ¿de verdad creen que Juanga tiene algo que ver con Cervantes, Shakespeare y Dante? Porque si lo creen, se les retirarán sus medallas y sus premios, sus honores y becas.
Nicolás Alvarado
Gilga no está de acuerdo. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación le ha pedido a Nicolás Alvarado que se disculpe en público por el contenido del artículo que escribió en las páginas de MILENIO sobre Juanga. Nada más faltaba que un periodista tuviera que pedir perdón por lo que escribe y piensa si no ha incurrido en delito alguno. Alvarado puede y debe escribir lo que se le dé su regalada gana, a la hora en que se le reviente la misma gana. ¿Estamos locos? Les llaman medidas precautorias. Nicolás: mande al diablo a estos acólitos de lo políticamente correcto. Es que de veras.
El aforismo de Chamfort pasó como un viento suave por el amplísimo estudio: También hay tonterías elegantes como hay tontos bien vestidos.
Gil s’en va