Gil bajaba el telón de la semana en calidad de estopa, desopinado, despeinado y sin estructura. Caminó sobre la duela de cedro blanco rumbo a la bien llamada Mesa de Novedades. En lo alto de una torre de libros encontró éste que apareció en España hace un año y con el que se cruzó Gil hace unos cuantos días: Fascismo. Una advertencia (Paidós, 2018). La autora, Madeleine Albright, fue secretaria de Estado en Estados Unidos en 1997, conoce de primera mano el mundo de nuestros días y tiene una mano rigurosa para el análisis y suave para la narración. El libro es una historia espectacular del fascismo: Hitler y Mussolini, el escenario internacional de la Segunda Guerra Mundial; Albright se acerca con paso firme al presente: Chávez en Venezuela, Erdogan en Turquía, Putin en Rusia y desde luego Trump en Estados Unidos. Gil ha aprendido, subrayado, y ahora arroja algunos fragmentos en esta página del directorio.
···
No es la primera vez que Estados Unidos tiene un presidente imperfecto; de hecho, nunca hemos tenido un presidente que no lo fuera, pero en la época moderna jamás habíamos contado con un jefe del Ejecutivo cuyos actos y declaraciones estuviesen tan en desacuerdo con los ideales democráticos.
···
Desde las primeras etapas de su campaña, y justo desde su llegada al Despacho Oval, Donald Trump ha hablado en términos muy duros de las instituciones y los principios en los que se funda un gobierno democrático.
···
Durante este tiempo ha degradado de forma sistemática el discurso político de Estados Unidos, ha mostrado un asombroso desprecio por los hechos, ha difamado a sus predecesores, amenazado con “encerrar” a sus adversarios políticos, ha tildado a periodistas relevantes de “enemigos del pueblo estadunidense”, ha difundido falsedades sobre la integridad del proceso electoral en nuestro país, ha promocionado sin motivo alguno políticas nacionalistas en materia de economía y comercio, ha vilipendiado a los inmigrantes y los países de los que proceden, y ha alimentado una intolerancia paranoica hacia los fieles de una de las religiones más importantes del mundo.
···
A diferencia de una monarquía o una dictadura militar impuesta desde arriba, el fascismo obtiene energía de los hombres y las mujeres que están descontentos por una guerra perdida, por un empleo perdido, el recuerdo de una humillación o la idea de que su país está en declive. Cuanto más dolor haya en la base del resentimiento, más fácil le resultará a un dirigente fascista obtener seguidores, sea incentivándolos con una mejora futura o prometiendo la devolución de lo robado.
···
El fascismo surgió a comienzos del siglo XX, una época en que al vigor intelectual y el resurgente nacionalismo del momento se le sumaba el descontento porque las asambleas parlamentarias eran incapaces de seguir el ritmo de una Revolución Industrial impulsada por la tecnología.
···
El fascismo es una forma extrema del gobierno autoritario. A los ciudadanos se les exige que hagan exactamente lo que el líder dice, ni más ni menos. La doctrina va ligada a un furibundo nacionalismo. Asimismo trastoca por completo el contrato social. Lejos de ser los ciudadanos los que confieren poder al Estado a cambio de la protección de sus derechos, aquí el poder empieza en el propio líder, y las personas no tienen derecho.
···
Muchos de los gobiernos que empezaron siendo liberales después de la guerra tuvieron que afrontar tensiones sociales explosivas que parecían exigir políticas más represivas. Desde Polonia y Austria hasta Rumania y Grecia, algunas democracias incipientes alzaban el vuelo para estrellarse en el suelo. En el Este, las férreas ideologías soviéticas pretendían hablar en nombre de los trabajadores de cualquier lugar, lo cual le quitaba el sueño a los banqueros británicos, a los ministros franceses y a los sacerdotes españoles. En Europa Central, una Alemania amargada se esforzaba en recuperar su posición.
···
Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras se acerca el mesero con la charola que soporta el Glenfiddich, Gamés pondrá a circular por el mantel tan blanco unas cuantas frases más de Albright: En un régimen fascista, los ciudadanos tienen la obligación de servir, y al gobierno se le atribuye la tarea de regir el país.
Gil s’en va