A pocos días que concluya este régimen deja enorme y grave legado: corrupción, inseguridad y violencia.
Sin duda, la corrupción es eje de retroceso y hundimiento.
El gobierno con su política de dejar hacer y dejar pasar la corrupción, la normalizó.
Anidó en las penurias de las estructuras gubernamentales, de tal suerte que, la pérdida de capacidad de rumbo institucional depone un problema mayor: la inseguridad.
Esta debilita las estructuras institucionales y, sobre todo, menoscaba los niveles de vida superior de la población.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al dar a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del tercer trimestre de 2018, informó recientemente, que tres de cuatro personas de 18 años o más, residentes en 65 de las principales ciudades de México consideraron que vivir en su ciudad es inseguro.
En días pasados, una encuesta publicada, por la asociación México Unido contra la Delincuencia, los mexicanos perciben el mayor nivel de inseguridad desde que inició el sexenio de ENRIQUE PEÑA NIETO, superando los datos de 2011, que eran hasta ahora los más altos.
En lo referente a la percepción de inseguridad en espacios físicos específicos, en septiembre pasado cerca del 82 por ciento de la población indicó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en vía pública, seguido del transporte público, utilización de bancos y en las calles que regularmente transitan.
Según el informe del INEGI, las mujeres se notan más inseguras en su entorno, en niveles de un 79 por ciento, mientras que los hombres lo están en un 69.2 por ciento.
Cabe advertir que, en el sector de las mujeres, la inseguridad y violencia se ha vuelto una triste desventura y un acontecimiento diario que cobra cada vez más vidas.
El feminicidio exhibe cifras muy altas, sin que hasta el momento se haya acertado una correcta solución para la protección de niñas, adolescentes y mujeres adultas.
Entorno a la violencia, no hay ningún sector de la población que esté libre de ella; todos somos potencial blanco de grupos delincuenciales.
En este contexto, la inseguridad y la violencia siguen ganando espacio; se convirtieron en un auténtico azote.
En este México tan dolorido, el gobierno saliente prácticamente abandono estos hechos, lo criticable de las autoridades que concluyen, no ha sido sólo su tolerancia sino su incapacidad para percibir los nuevos tiempos.
