A poco más de un mes de ganar las elecciones presidenciales Lula da Silva se está preparando para tomar protesta como presidente de Brasil el 1 de enero del año entrante.
El próximo jefe del ejecutivo brasileño es reconocido mundialmente por impulsar diversas reformas económicas e implementar programas sociales que permitieron a Brasil sacar de la pobreza a 40 millones de personas, logrando, a su vez, tasas de crecimiento económico de 10% de su Producto Interno Bruto (PIB) durante su gestión 2003-2011.
Lula da Silva al término de su mandato contaba con una aprobación popular del 80%, lo que en su momento habló del buen papel realizado al frente del ejecutivo federal.
Con la llegada de Lula también llega una nueva política exterior brasileña, una política exterior de apertura que apuesta al multilateralismo lejos de la política insular y chovinista del bolsonarismo.
Cuando Lula fue presidente, en su primer y segundo periodo, Brasil se erigió como la gran potencia de América Latina y una de las potencias mundiales emergentes. Lejos de ser un político extremista Lula siempre fue muy pragmático, se llevaba bien con regímenes políticos controvertidos de la región sudamericana.
Su relación con el presidente venezolano Hugo Chávez fue buena, igual de buena fue su relación con los gobiernos estadounidenses encabezados por Bush y después por Obama.
Lula le dará a Brasil proyección internacional, durante su primer mandato siendo presidente supo adoptar políticas de centro izquierda de corte socialdemócrata que fueron bien vistas tanto por fuerzas políticas de izquierda como de derecha brasileñas, así como por gobiernos y partidos políticos de todo el mundo.
La llegada de Lula al poder representa esperanza para Latinoamérica, representa esperanza de demostrar que si existen los buenos gobernantes.
Hoy Brasil y el resto de los paises latinoamericanos sufren hondos estragos económicos que se profundizaron durante la contingencia sanitaria derivada de la COVID-19, aumentando las desigualdades sociales que privan en nuestros pueblos, por ende, resulta necesario tener políticos experimentados que sepan dar resultados, como es el caso de Lula.
Lula Da Silva junto a Alberto Fernández, Gabriel Boric, Luis Arce y Gustavo Petro (presidentes de Argentina, Chile, Bolivia y Colombia) tienen como agenda de gobierno impulsar políticas de corte progresista con una presencia sustantiva del Estado en determinadas actividades económicas y sociales, no obstante, a excepción de Luis Arce, Fernández, Boric y Petro no están dando los resultados deseados, se espera que Lula, con toda la experiencia y conocimiento que tiene, no repita los errores de sus homólogos.