El sábado pasado se llevó a cabo la VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en donde México fungió como país sede.
Jefes de Estado y de gobierno de Latinoamérica se dieron cita en Palacio Nacional para abordar distintos temas en aras de cristalizar un desarrollo regional.
México como anfitrión de la cumbre pretendía que se debatiera la posibilidad de que la Organización de Estados Americanos (OEA) dejase de ser la institución encargada de interlocución y cooperación multilateral entre los países de Latinoamérica para que a su vez la CELAC ocupase su lugar, sin embargo, dicho cometido no se logró, tampoco se concretaron acuerdos sustanciales en materia de integración económica-comercial.
El gobierno mexicano buscaba que al interior de la CELAC se demostrara unidad, pero no fue así, esta VI cumbre se centró más en temas de índole ideológico que en acuerdos de cooperación.
Los presidentes de Paraguay y Uruguay fueron críticos con los gobiernos de Cuba y Venezuela, el primero arguyó que su presencia en la cumbre no era para reconocer al régimen de Nicolás Maduro, mientras que el segundo realizó hondas críticas al presidente cubano Díaz-Canel al considerar que su gobierno era represor y violatorio de derechos humanos; a manera de contraataque los presidentes Maduro y Díaz-Canel lanzaron una retahíla de descalificaciones a los presidentes de Paraguay y Uruguay.
La cumbre de la CELAC no fue provechosa como se tenía pensado, Latinoamérica tiene muchos retos por delante, la crisis económica derivada de la contingencia sanitara ha orillado a que millones de personas se sumen a las filas de la pobreza; los mandatarios que estuvieron presentes en lugar de exponer sus posturas en contra de otros gobiernos hubiesen propuesto acuerdos, planes o políticas públicas para cristalizar el desarrollo económico que tanto necesita la región.
Dentro de las instituciones de cooperación multilateral como la OEA y la CELAC no deben dirimirse doctrinas o agendas ideológicas, para eso hay otras plataformas.
No podemos negar que la OEA a mediados del siglo pasado fue copartícipe junto con los gobiernos de Estados Unidos de impulsar golpes de Estado en la mayoría de los países de la región, esto ocasionó el arribo de dictaduras militares afines a los gobiernos estadounidenses.
Tampoco podemos negar que la CELAC fue promovida por el presidente venezolano Hugo Chávez quien durante los últimos años de su gestión se caracterizó por ser un gobernante con un talante autoritario y nada democrático.
Simón Bolívar decía: "La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres sino inexorable decreto del destino.
Unámonos y seremos invencibles".
La integración económica de Latinoamérica no tiene porque ser una utopía, los países que hoy conforman la Unión Europa (UE) lograron la unión económica por medio de acuerdos y consensos basados en una política de altura de miras sin tintes ideológicos.
La intención del presidente López Obrador de una América Latina cohesionada y que a futuro se pueda convertir en un arquetipo de lo que fue alguna vez la Comunidad Económica Europa (predecesora de la Unión Europa) es totalmente loable.
Es menester del gobierno mexicano seguir impulsando una mayor integración económica y comercial entre las naciones que conforman Latinoamérica, el papel de México de potencia emergente lo obliga a hacerlo.