¿A qué se le tiene más miedo? ¿Al fracaso de Andrés Manuel López Obrador o al éxito del primer presidente de izquierda moderada?
Lo primero no solo supondría un tropiezo más de las alternancias, iniciadas hace 18 años, sino algo más grave todavía: la frustración de un pueblo que apostó todo por quien desafió y venció al régimen y a sus adláteres, prometió atender primero a los pobres y rescatar los valores de la república.
Con partidos de oposición débiles, sumidos en el descrédito y sin voluntad para cambiar, el escenario podría abrir la puerta a un gobierno presidido por un militar.
El año pasado sucedió en Brasil con el ultraconservador Jair Bolsonaro, a quien se le compara con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por sus posiciones contra la globalización y la migración.
El éxito de AMLO implicaría la permanencia de Morena en el poder por décadas.
Solo así podría cumplir la promesa de convertir a México en un país más justo, menos desigual; respetado dentro y fuera... o para llevarlo a crisis aún más profundas, lo cual nadie desea. Incluso si la Cuarta Transformación no logra avances significativos en materia de seguridad, justicia social, combate a la corrupción y crecimiento económico, Morena tiene asegurado al menos un segundo mandado.
Salvo que a los errores por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y al desarrollo de proyectos en apariencia inviables, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y la termoeléctrica en Huexca, se sumen otros de mayor calado. Pero mientras el nivel de aprobación del presidente ronde el 80%, podrá avanzar su agenda.
AMLO recibió un país en crisis y sin liderazgo, pero ha logrado poner a raya a los poderes que hasta hace poco tenían el mando, y recuperar para el Estado funciones que «las máximas autoridades» habían transferido «a particulares nacionales y extranjeros». La Cuarta Transformación avanza, así sea a trompicones.
El juicio de los 100 primeros días, a pesar de todo, es favorable. Empero, el escudo de la legitimidad presenta fisuras que, de no repararse, podrían convertir al héroe de hoy en el villano de mañana.