El pasado 9 de julio el Consejo General del IEEM aprobó la siguiente distribución de diputaciones plurinominales: Morena, diez; PRI, diez; PAN, cinco; PRD, tres; PVEM, dos. Unos días después varios partidos se inconformaron ante el TEEM. El 10 de agosto, el pleno de este último revocó la decisión del IEEM y ordenó la siguiente distribución: Morena, cero; PRI, trece; PAN, nueve; PRD, cinco; PVEM, tres.
Insatisfecho con la pérdida de diez diputaciones de representación proporcional, días después, Morena se inconformó ante la Sala Regional Toluca del TEPJF. Antier, el pleno de esa sala ordenó una nueva distribución: Morena, cuatro; PRI, once; PAN, ocho; PRD, cuatro; y PVEM, tres. Nuevamente varios partidos han anunciado que impugnarán dicha decisión ante la Sala Superior del TEPJF, quien tendrá la última palabra al respecto.
La gran pregunta es ¿por qué tres organismos electorales, uno administrativo, y dos jurisdiccionales, han diferido en la aplicación de disposiciones contenidas en el código electoral de la entidad? Esto a pesar de que los abogados electorales repiten, una y otra vez, que “la ley es muy clara”. La respuesta, en el mismo lenguaje de la abogacía, es que “quien hace la ley, hace la trampa”.
El código comicial mexiquense está lleno de imprecisiones y lagunas, al parecer deliberadas. A pesar de que ya se conocían, en 2014, año de la última reforma electoral, el PRI y sus aliados no quisieron modificar la forma de asignación de las diputaciones de representación proporcional. Lo hicieron conscientes de que, históricamente, eso les ha permitido, modificar los criterios en un sentido o en otro, con un tribunal estatal a modo: para aumentar su representación o para disminuir la de sus opositores.
Eso se puede ver por la forma en que han repartido las plurinominales, siempre favorable al PRI y sus aliados, quienes conciben a la ley como una liga que se puede estirar para ajustarla al propósito concreto: no perder el control de la Legislatura. Saben que es una condición necesaria para mantener los niveles de control que Del Mazo necesita si quiere hacer viable su gobierno.
Sin embargo, esa no parece una tarea sencilla para un gobernador acotado: en lo interno por una mayoría de legisladores y munícipes opositores; en lo externo por el inminente nombramiento de su otrora rival, Delfina Gómez, como super delegada, y el próximo ascenso de AMLO a la presidencia de la República. Ese es el verdadero temor.