Es sabido de todos que esta pandemia, además de afectar la economía, ha venido a cimbrar al sistema educativo nacional.
Desde las autoridades en las áreas centrales de la SEP, con todas las dependencias, oficinas e instancias que comprende, hasta la más apartada escuela multigrado, han tenido que revisar su quehacer, sus formas de operar, los recursos disponibles, la formación y experiencia de los trabajadores docentes o no docentes, para lograr un desempeño exitoso en el nuevo escenario que se vive fuera de las aulas.
Deseo centrar el comentario, derivado de lo señalado antes, en la necesidad de replantearnos la manera de entender y realizar la gestión escolar.
Antes de enfrentar esta crisis sanitaria, y por mucho tiempo, se ha identificado gestión con administración, es decir, un alto porcentaje de directores de escuela han entendido su función como administradores de los planteles educativos lo cual, ciertamente, obedece en buena parte a las exigencias de los propios procesos burocráticos que el sistema impone.
Sin embargo, las nuevas condiciones que hoy imperan obligan al mencionado replanteamiento; debe superarse el enfoque administrativo y asumir que la gestión de las escuelas es un proceso necesaria y eminentemente educativo.
Para que lo anterior se cumpla es indispensable que quienes dirigen las escuelas asuman el rol de verdadero liderazgo pedagógico, demostrando capacidad para construir comunidad y lograr que el colectivo docente diseñe e implemente una propuesta pedagógica que incluya, por una parte, el enfoque pedagógico y, por otra, un proyecto curricular.
Esto implica discutir y definir sobre las formas de enseñar y aprender; sobre los roles de maestros y alumnos, además de los conocimientos, habilidades y actitudes a trabajar, considerando todo ello a la luz de las circunstancias presentes derivadas de los efectos del Covid-19 y para enfrentar el reto que representa atender a los estudiantes tanto de manera presencial como a distancia, lo que requiere mayor preparación y organización por parte de los docentes.
La nueva forma de gestión conlleva concretar la idea de que la escuela se convierta en un espacio de reflexión e innovación pedagógica, de autoaprendizaje y de producción de conocimientos, que incorpore un mayor uso de tecnologías y una permanente capacitación de su personal.
El tránsito no será fácil; exigirá estudio, esfuerzo, disposición, apertura, reconversión de procesos pero, indudablemente, es posible.