Viene a mi mente un rostro de interesantescontrastes: con arrugas y avejentado pero con expresión infantil; de piel curtida, de apariencia dura, pero que refleja bondad.
Es del artista Francisco Toledo,que se fue a vivir con los animales que tomaron vida en sus obras,fuera de este mundo convulso que tanto lo inquietaba; lejos de esta sociedad de tantas desigualdades e injusticias contra las que él luchó mientras estuvo aquí.
Hombre de mirada escrutadora, de actitud siempre sencilla, permanentemente curioso, observador y conocedor de la naturaleza y la sociedad, rasgos que le permitieron, junto a un talento innato, crear una de las obras plásticas más originales en la historia del arte mexicano.
No escribiré acerca de su obra, que abarcó el grabado, el dibujo, el óleo, la escultura y la cerámica, pues no soy experto ni mucho menos; me interesa resaltar la valía de Toledo como ser humano excepcional que, aunque fue acumulando años a lo largo de su vida, mantuvo siempre la condición de niño, cuestionador, imaginativo, creador.
Esa condición lo convirtió en un hombre trasparente, de ideales y convicciones firmes, que llegó a ser un ícono en la defensa del medio ambiente y del patrimonio artístico de México, pero además fue un filántropo que apoyo sobre todo las escuelas de su querida Oaxaca y la educación artística de los niños.
Francisco Toledo fue un hombre modesto y con apariencia constante de desaliño, preocupado más por lo interior que lo exterior de su persona.
Tuvo un amplio reconocimiento en todo el mundo como artista y activista social, a través de entrevistas y artículos dedicados a él en periódicos y revistas de prestigio, entre las que se cuenta Forbes que le dedicó un impactante artículo en 2017, donde lo considera uno de los mexicanos creativos más importantes.
De los reconocimientos nacionales destacan el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca y el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Deja un valioso legado, no sólo representado por las miles de obras de arte creadas, sino por su perseverancia para lograr la preservación de la cultura, que se tradujo en el establecimiento de instituciones para tal propósito como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, la Casa de la Cultura de Juchitán y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.
Ha muerto un gran artista y un mejor hombre, de los que se pueden considerar imprescindibles, pero que son arrebatados por la fuerza de una enfermedad.
Hasta siempre Mtro. Toledo, ahora que ha emprendido el vuelo para encontrarse con sus papalotes.