Las luchas contumaces entre las naciones fuertes, hoy en día, han llegado al extremo de advertir, según manifestación de China, que los ya amacizados conflictos entre Corea del Sur y Corea del Norte se ubican en un punto de advertencias muy temibles, odiosas.
“Estados Unidos, Corea del Sur y Corea del Norte están enzarzados en un toma y daca, con las espadas desenvainadas y los arcos tensados, nubes de tormenta se avecinan”, dijo el canciller chino Wang Yi a la agencia estatal Xinhua con otras prevenciones del pato Donald Trump y su intervencionismo inconsulto, lo mismo en Siria que en Afganistán, por lo pronto. Los coreanos del norte se comprometieron a responder ante cualquier provocación estadunidense.
“No importa quién empiece: si dejan que la guerra estalle en la península, deberán cargar con esa culpa histórica y pagar el precio correspondiente por ello”, amenazó Wong. La nación coreana cumplió ya 105 años de su constitución por su artífice Kim Il-sung. Hoy día, hacen alarde de su armamento y su predisposición a lanzarse a una guerra abierta y cabal.
El vicepresidente estadunidense, Mike Pence, se encaminó a la capital surcoreana para hacer negociaciones durante diez días por varias naciones asiáticas. La imbecilidad de los ataques del pato Donald, empujan a pensar que estos acontecimientos no son solo desplantes. Su desdén por las organizaciones internacionales, lo mismo la ONU que la OTAN, intensifica las preocupaciones.
Inevitablemente, el asunto es mundial y ahora el imperialismo yanqui ataca otra vez. México recibe enésima amenaza y que ahora se concreta con la propuesta cínica y perversa del sheriff de Butler, Ohio, quién sostuvo la siniestra tesis de que la bomba gigante que lanzó el jueves en Afganistán se lance ahora contra los cárteles de la droga en México. Su imbécil prepotencia llega al punto de afirmar: “Lo he estado diciendo durante diez años. Suficiente es suficiente. Esta Moab puede ser usada contra los cárteles de droga mexicanos. Nos esperan buenos días”.
El horror bélico acarrea lo mismo la estupidez yanqui que la imbecilidad de Corea del Norte. El asunto se agrava porque Rusia no se ha guardado sus pretensiones y sus anticipos de participar abiertamente en los conflictos de gravedad creciente. Sin que se pueda avizorar que pudiera haber fuerza internacional convenida para encarar o defenderse ante estas gravísimas acciones que están antecedidas por ataques abiertos y mortales.
