No se considera suficientemente la condición sísmica de gran parte de la República mexicana y sus constantes temblores terrestres. Por más que el fuerte terremoto del 19 de septiembre obligó a considerarlos.
Ya ha habido iniciales quejas por la irresponsabilidad en edificaciones malhechas y que producen que la inseguridad sea una de las características de la vida de los territorios constantemente asolados.
Ha habido una acción muy admisible, pues un juez de control giró orden de aprehensión contra el director responsable de obra (DRO) Juan Apolinar Torales Iniesta, quien era el encargado de supervisar la edificación del colegio Enrique Rébsamen, que colapsó.
El acusado supervisó la ampliación de la construcción y autorizó su funcionamiento. Murieron 26 personas entre las que se contaron 19 estudiantes menores de edad.
Así se ha acusado, por parte de la procuraduría de Ciudad de México, homicidio culposo y responsabilidades a directores de obra.
Las pretensiones de su dueña hicieron que se añadiera al inmueble una obra más en cuarto nivel, lo que ocasionó su desplome. Las ambiciones de la dueña y directora del colegio, Mónica García Villegas, que fue quien contrató para que se diese el visto bueno de seguridad y operación.
El inculpado se defiende diciendo: “Yo no verifiqué las condiciones de la construcción. Solo di el visto bueno en seguridad y operaciones, que consiste en una revisión física del mismo, más no estructural y determinar si el inmueble contaba con las medidas para operar, entre ellas la salida de emergencia, los sistemas contra incendios, sistemas de alarmas de seguridad y contra sismos”.
Pero su defensa consiste en alegar que no pudo el señalado haber dado su visto bueno y que no es su trabajo verificar que se haya realizado adecuadamente.
La condición crónica y vieja de las regiones bajo este peligro constante impone no solamente sanciones a los apuntados, sino una atención no menos constante.
Son bienvenidas las acusaciones penales. Es de esperarse que la dueña Mónica García Villegas sea aprehendida, pero está en fuga.
Se sabrá de la eficacia de la persecución penal y habrá de estimularse vigilancia, ya que Ciudad México está muy damnificada.
Para evitar alarmismos conviene que en la capital mexicana y en otras regiones no menos afectadas sus habitantes y autoridades estén en atención frecuente.
Pero la certificación de cautelas y previsiones es muy difícil, aunque ciertamente es posible. Se trata de restaurar las muchas áreas nacionales en condiciones de sufrir otros daños grandes.
