Se incrementan, no se frenan, los homicidios en la República mexicana. Veracruz, Michoacán y Estado de México han alcanzado el infortunio de ser regiones donde, como diría el corrido: “la vida no vale nada”.
Las cifras ofrecidas por el recuento mensual de MILENIO hacen saber que en el primer semestre de 2017 ha habido un aumento en la criminalidad, mayor que en el mismo periodo del año pasado: 23% más. Los estados mayormente abatidos por esta barbaridad son Guerrero, Chihuahua y Veracruz. Pero la mortandad transita inicuamente por todo el país.
Las imputaciones y conocimientos determinan que la criminalidad tiene sedes con esta cuantificación: Guerrero, 147; Chihuahua, 132; Veracruz, 115; Guanajuato, 69; Sinaloa, 65, y Michoacán, 57, tan solo en junio de este año. Por más que se aduce que la criminalidad ocurre, principalmente, entre los cárteles de la drogadicción no es posible determinar si los asesinatos son fruto de esta barbaridad.
Y no se habla suficientemente de las otras prácticas malignas, entre las cuales destacan el secuestro, el pago de protecciones de los mismos perversos, los delitos perpetuados por policías y no son pocas las acusaciones contra militares.
La eminencia de criminales en Guerrero, Chihuahua y Veracruz ha llegado al punto de que el gobernador de este estado, M. A. Yunes, pide con urgencia que se cumpla con vigilancias y represiones nacionales con mucha prisa. Guerrero padeció el último mes defunciones ilegales imputadas al narcotráfico, pasó de 116 a 147, se dijo que por enfrentamiento entre cárteles y autoridades.
En Chihuahua se registraron 132 abatidos en junio y alcanza la cifra terrible y triste de 713, este año. La locura homicida llega al extremo no solamente de infringir la muerte con mutilaciones, lo cual da cuenta de sadismo y una especie de terrorismo sin rebozo.
En Veracruz, 115 asesinatos evidencian su desgracia, llegando a la brutalidad de hallar 22 cadáveres en un día. En todo el país se habla de 27 menores de edad asesinados en junio. De manera que la locura de la violencia criminal es el principal y gravísimo problema mexicano.
Las tareas de los militares, entre ellas la Marina, son insuficientes. De aquí que el propio Enrique Peña Nieto reclame activismo represivo en los estados y en los municipios. En este sentido se puede sostener sin excesos que México vive un estado de emergencia por la inseguridad.
Esto explica la demanda presidencial de que las autoridades de todo tipo se apliquen urgentemente a tramar y a operar en el problema más dramático de los mexicanos.