El pato Donald Trump replicó violentamente a las atrocidades que perpetraron algunos grupos sirios y bombardeó un área militar. Lo que no impidió que hubiera niños muertos durante lo que llamó una represalia ante barbaridades de algunos grupos de Bashar al-Asad.
El hecho logró la aquiescencia a los afines al gobierno del loco que quiere gobernar su país, sin haber logrado eficacia y sí rechazos de sus presuntos correligionarios republicanos. Rusia no solamente protestó contra el ataque, también anunció que suspende la coordinación militar con Washington en Siria y que reforzará sus defensas antiaéreas en la región.
El ataque y las réplicas asustaron al mundo, más cuando el Presidente estadunidense advirtió que iría más allá de Damasco. Y así, aquí y ahora, se ha creado una hipertensión internacional con un desenlace que es temido. Las vinculaciones y los arreglos entre lo que bien puede llamarse alas del conflicto también son causa de atosigamiento. En esta espeluznante confrontación se advierten riesgos, si no de una guerra mundial, sí del incremento en todos los continentes, principalmente en Europa y en América, de terrorismo, por si faltase algo de esta atrocidad.
Es consenso que no será con activismos de represalias como se logre pacificar. La posición rusa ya ha puesto en ejercicio una guerra caliente, que no la guerra fría, que es modo sigiloso, traicionero, de la pugna en un planeta político que sigue dividido.
Las especulaciones y demandas para que esta lucha no se incremente aluden a la conveniencia, para alguna necesidad, de que se cambie de gobiernos y mandos en el país sirio. Dio alguna posición la Organización de las Naciones Unidas, pero poco importan pues el idiotizado estadunidense presidencial no cree en, y mucho menos respeta, la organización que suele ser calificadora y pacificadora, casi siempre a mediano plazo.
Los intervencionismos también crónicos solapados o directos habrán de incrementarse seguramente. Y otra vez el temor mayor está en la confrontación ya explícita de Rusia y sus aliados y de Estados Unidos con los suyos. Como sea, ya ahora la belicosidad causa estragos no solamente militares, sino políticos. La huida, búsqueda de refugio de distintos grupos que habitan Siria, ya aparejó situaciones de violencias, hambrunas y desesperaciones. Y los terrorismos tienen pretextos para sus infames atrocidades.
América Latina y México en particular condenan estos actos, pero no se cargan plenamente a ninguno de los combatientes ya de facto.
