Esta semana se dio a conocer la quinta edición de la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (GBO-5), un informe para valorar lo hecho en la última década en el tema y así estar en posición de diseñar metas para la próxima década. Esta persectiva nos dice que los países del mundo no han logrado cumplir una sola meta de las que se propusieron en 2010.
La destrucción de la vida silvestre y de los sistemas que soportan la vida continúa y se acelera.
Desde enfrentar la contaminación hasta proteger a los arrecifes coralinos, el mundo fue incapaz de cumplir una sola de las veinte metas de Aichi, la ciudad de Japón en las que se establecieron las metas cuyo objeto era frenar las espantosas pérdidas que sufre el mundo natural.
Se trata de la segunda década en que este estrepitoso fracaso se ha dado.
Hoy continúa la desaparición de hábitats, una cantidad creciente de especies están amenazadas por la extinción por culpa de las actividades humanas y más de 500 trillones de dólares de subsidios perversos -que alimentan la destrucción- no han sido eliminados.
Según la ONU lo que está en juego es la forma en que las generaciones futuras -las niñas y los niños de hoy y los que sigan- experimentarán el mundo natural.
Un mundo empobrecido y chato.
Esto sigue a otros reportes que indican que hemos perdido dos terceras partes de la vida silvestre de la Tierra.
Uno de los factores son los subsidios criminales que los gobiernos del mundo otorgan para la producción de gasolina barata y de producción agropecuaria. Subsidios que pasan frente a nuestras narices y que han permitido a unos pocos, incluso en La Laguna, amasar grandes fortunas.
Lo que está sucediendo en el Cañón de Fernández, en Jimulco, en el Sarnoso explica la tragedia global. Los gobiernos estatales y municipales -del federal ya ni vale la pena hablar- no han querido asumir la urgencia de la situación planetaria y prefieren comportarse como si no pasara nada.
Se pierden en la minucia de la próxima elección. En estos sitios, biodiversos y preciosos, la frontera agrícola se expande, el extractivismo como la explotación del mármol se intensifica y, consecuentemente, la contaminación del territorio y la erosión de la vida sigue aportando a la tragedia mundial.
De todos los factores que están dañando a la naturaleza lagunera no hay ninguna tan irracional y ridícula -y tan fácil de detener- que la actividad de los entusiastas de los razors, las cuatrimotos y las motocross.
Dudo que haya una forma de agredir a la naturaleza tan feroz, tan cruel y tan violenta que este “pasatiempo”. Si a esto añadimos que es ilegal, creo que la perplejidad y la indignación se expanden incapaces de tocar orilla.
La indignación provocada en la sociedad lagunera por el intento de estas personas de torcer la ley a favor de la destrucción y la muerte, debe servir para que profundicemos en lo que ahí sucede.
Hay animales aplastados y es una tragedia, pero hay otros fenómenos más sutiles pero igual de brutales que debemos detener.
(twitter.com/fvaldesp)