Política

Como aprendí a amar a los virus

  • Columna de Francisco Valdés Perezgasga
  • Como aprendí a amar a los virus
  • Francisco Valdés Perezgasga

Dicen los biólogos que los virus no son seres vivos. Son apenas pelotitas de proteína rellenas de ácidos nucléicos. 

Penetran la membrana celular y se apropian de la maquinaria reproductiva de su anfitrión para hacer muchas copias de ellos mismos. Muchas. 

Si el virus es nuevo en el interior del anfitrión no encuentra oposición a su invasión pues el anfitrión (hospedero dicen los biólogos) no conoce al huésped ni tiene modo de rechazarlo.

Eventualmente el sistema de protección del anfitrión es capaz de desarrollar medios para identificar y atacar al virus. 

La vacuna es un medio para dotarnos de estas defensas antes de que llegue el virus. 

Una vez vacunados contra la viruela, por ejemplo, el virus de la viruela encuentra una respuesta rápida y eficaz de nuestro cuerpo. Las vacunas y los antibióticos son, por cierto, las tecnologías médicas que más vidas han salvado en la historia.

Por su interacción con la maquinaria reproductora de su anfitrión, los virus juegan un papel importante en la evolución pues son vehículos para el movimiento horizontal de genes. 

Una vez que una especie anfitriona ha convivido mucho tiempo con un virus éste ya no causa estragos en su población. 

Se llega a un entente cordiale entre virus y anfitrión. Pero eso no evita que el virus, dadas las condiciones ideales, no pueda dar el salto para infectar -y enfermar- a otra especie.

De ahí que todas las enfermedades virales que padecemos hoy en día, se las podemos achacar a nuestro contacto con los animales. 

Por eso los conquistadores portaban la viruela y los indios americanos no tenían respuesta. Ellos convivían con las vacas desde hacía siglos, sus conquistados no.

De niño me aprendí un poema en castellano antiguo sobre una moza tan fermosa (La Vaquera de la Finojosa) sin saber la historia viral que esconde. 

Las ordeñadoras, las vaqueras, no eran particularmente hermosas pero sí tenían un cutis terso pues su contacto continuo con las vacas las inmunizaba contra la enfermedad que dejaba cacarizas a sus víctimas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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