1. Los datos de la Secretaría de Salud en nuestro estado producen escalofríos. A principios de este año se informó que 34% de los embarazos son de adolescentes entre 10 y 19 años. ¿Las causas? Según los especialistas médicos en la materia son: alcoholismo y drogadicción creciente en los muchachos, extendida cultura de la permisividad –alimentada por las redes sociales y los medios de comunicación–, familias disfuncionales que no están al pendiente de los hijos, falta de prevención en quienes tienen relaciones sexuales, etcétera.
2. Y es que, como manifestación quizá más notoria del cambio de época que estamos viviendo, las relaciones de amistad-noviazgo han sufrido modificaciones notables, en todos los sectores sociales de nuestras sociedades. No podemos generalizar, es cierto, pero si en el siglo pasado eran frecuentes los noviazgos de manita sudada y de llegada a las 10 de la noche, hoy lo son aquellos que viven en el mismo departamento para disminuir gastos. Claro, en ciertos estamentos sociales, no propiamente marginales. Los ahora roomies comparten…
3.… los recibos, la renta y, por qué no, la habitación y la cama. ¿Se embarazan? No, porque se cuidan. Han recibido una educación familiar, muchas veces apoyada por colegios religiosos, que les ha advertido de los peligros que ocasiona una relación sexual sin protección. De seguro se ha completado la información sobre los mejores anticonceptivos, siempre apoyada por el ginecólogo de la mamá, con invitaciones a considerar valores religiosos, familiares y sociales, que invitan a esperarse hasta estar casados, o al menos cuidarse.
4. ¿Y quienes no comparten departamento con el novio o la novia? Pues buscan los lugares más recónditos, más oscuros, para intercambiar caricias, para escapar a una vida llena de lastimaduras y agresiones, para encontrar en el contacto de los cuerpos el alivio a las almas cargadas de angustias e inseguridades, para explotar en una comunicación irracional, sí, pero plena de satisfacción e intensidad. ¿Amor? ¿Matrimonio? Quizá… en un futuro, si las cosas mejoran, si termino la carrera, si consigo trabajo, si…
5. Y mientras ese futuro soñado llega –muchas veces no hace su arribo– quien sí se presenta es una nueva creatura, no deseada, no buscada, con papás apenas adolescentes, casi niños. Todos se refugian en la casa paterna, esa que ha sido escenario de golpes y gritos. La novata mamá no tiene tiempo de madurar, de llegar a la juventud, de educar en base a su experiencia. El joven padre casi siempre escapa. Mujeres-niñas, madres todavía hijas, que repiten el esquema de las abuelas. Padres-adolescentes temerosos de la responsabilidad.
6. Las estadísticas oficiales no lo mencionan, pero de seguro el embarazo adolescente está íntimamente ligado a la escolaridad. Mientras más se da ésta, mientras hay más información preventiva, hay menos adolescentes madres y padres anticipados. Si el acceso a la educación marca en otros aspectos de la vida-trabajo remunerado, formación de patrimonio, acceso a culturas extranjeras, etcétera, serias diferencias sociales, en el terreno de la sexualidad es superlativo el abismo. Ayudemos en la prevención. Desde nuestra trinchera.
7. Cierre ciclónico. El Club de Futbol Monterrey no permitirá el acceso a su estadio, para el próximo clásico, a aquellos aficionados que porten la playera del equipo rival. Argumenta que, al ser un partido de alto riesgo, buscan con esa medida evitar los pleitos entre los aficionados. No se les ocurrió aumentar la seguridad ni, mucho menos, disminuir la venta de cerveza –¡¿qué?!–, causa frecuente de las reacciones violentas. Pero sí admitirán con su camiseta tigre a los abonados de los exclusivos palcos Premium. Ellos son educados.