“Está estrictamente prohibido tomar fotos y video durante la función,” repitió en al menos tres ocasiones la voz por el sistema de sonido del Teatro Isauro Martínez. Lo que se presentaba aquel día de octubre del 2012 era el espectáculo dancístico “Forever Tango” desde Broadway que, en su publicidad prometía mostrar la pasión entre hombre y mujer.
Pese a la insistente advertencia permanecí en mi butaca de primera fila. Cubro muchas funciones de danza, sean de academias locales o de grande compañías profesionales y estoy habituado a este tipo de anuncios, pero no dejó de extrañarme el número de repeticiones.
Pocos días antes se había presentado en el mismo recinto otra compañía de tango, como parte de algunos de los programas de cultura estatal o nacional y, por esa razón la entrada fue gratuita. Aun así apenas se llenó una cuarta parte del teatro, cosa contraría a la función que estaba por comenzar: los asientos iban siendo ocupados por elegantes personas, principalmente parejas.
Cuando el espectáculo dio inicio –con un cuidadoso manejo de las luces para que todas las coreografías se realizaran en una sensual y muy conveniente penumbra- me llamó la atención lo grandotas y fornidas que resultaban las bailarinas.
El lente de acercamiento de mi cámara me reveló que sus facciones eran más fuertes aún que sus hombros, muñecas y tobillos.
La segunda función tuvo el mismo éxito de taquilla, pese a que los boletos costaban varios cientos de pesos. Antes del inicio de la presentación nocturna, se sentó junto a mí un amigo fotógrafo.
En algún momento se nos acercó una persona de la compañía, para preguntarnos si veníamos de parte de algún medio de comunicación. Mi amigo estaba ahí por parte de los organizadores, y esa respuesta le bastó al personaje para dejarnos en paz.
Avanzada la segunda función, cuando apareció la estrella del espectáculo, por no dejar me volví al amigo fotógrafo y le dije: “¿Ya te fijaste? No se trata de bailarinas, sino de hombres”.
Él se concentró un poco, para voltearse y decirme “¡Pero está bien buena!”Esas fotografías no las publiqué ni las difundí por ningún medio entonces (y quizá sea buen momento para subir una pequeña galería de ellas a mi Facebook), pero la experiencia me dejó pensando en varias cosas, como qué es lo que motiva al pudiente y complaciente público lagunero a asistir en legión a espectáculos caros cuando hay otros de igual y hasta mejor calidad gratuitos.
Lo más seguro es que el público que asistió a las funciones de ese día responde a estímulos de estatus social y económicos, más que a un verdadero gusto por la danza y quienes manejan la publicidad del espectáculo saben manipular muy bien las palabras claves de sus anuncios.
También podría pensarse que es un asunto relacionado con la poca educación visual del respetable.Pero no deja de ser llamativo que en ningún medio de comunicación local o en la internet pude encontrar ni una sola mención a esto que cuento.
Recordé una anécdota porque hace poco, de visita en algunas ciudades vecinas, varias amigas que bailan estaban muy emocionadas con las próximas presentaciones de Forever Tango en sus teatros y aquí mismo en Torreón.
Funciones a las que no asistí, así que no sé si ya reclutaron bailarinas mujeres o no.Pero eso sí: ya tengo la certeza del por qué son tan insistentes en eso de prohibirle al público que durante sus presentaciones tomen fotos.