Es triste haber ido al que debió ser el primer Moreleando del año y encontrarse con una avenida Morelos desolada y con daños materiales resultantes de los trabajos mal hechos por Obras Públicas; es triste regresar a casa con imágenes como esta, que hablan de abandono.
Por un lado, los organizadores del “Moreleando, de Vuelta al Centro” le dieron a la entusiasta ciudadanía que durante los últimos treinta y siete meses los apoyó, volcándose a la dinámica de recuperar las calles comenzando por la emblemática avenida, el peor de los regalos en la temporada navideña: la cancelación inexplicable del paseo peatonal.
Desde luego la lluvia y el frío de ese día contribuyeron a dar el puntillazo. Cualquier persona que se animó a pasear el primer sábado del año por la Morelos pudo constatar que las poquísimas actividades que, con ánimo heroico intentaron realizarse, fueron malogradas por el clima.
En el comunicado que emitieron el 30 de diciembre anuncian el fin de su actividad más representativa y, lejos de aclarar dudas, no hacen más que dejar abierto un bache informativo muy grande.
La razón que dan para su cancelación apenas ocupa un renglón en él que dicen creer haber cumplido un ciclo. Argumento a todas luces insuficiente pues no explica gran cosa y tampoco anuncia cual será en concreto la próxima etapa.
Incluso si el desgaste natural de coordinar a tantas instancias cada mes fue la razón, hubiera sido un acto generoso y transparente de su parte haber pasado la estafeta a cualquier otro grupo ciudadano, o convocar a alguna consulta ciudadana acerca de la permanencia del paseo mensual.
¿Qué ocurrió en realidad? ¿Les llegaron al precio? ¿El ayuntamiento los obligó a capitular de cara a los tiempos electorales que se avecinan? ¿Riquelme y sus aspiraciones gubernamentales triunfaron sobre el poder de convocatoria conseguido? ¿Los organizadores del Moreleando se disgustaron entre ellos? ¿Se les cansó el caballo? Desde luego que el comité organizador se la rifó durante estos tres años y la gente le entregó un apoyo enorme.
Por eso mismo resulta incongruente la cancelación tan abrupta, que deja un mal sabor de boca y da lugar a suspicacias, como si el paseo peatonal hubiera tenido que despedirse por la puerta trasera. Moreleando no es lo único que se hundió el primer sábado del año.
La lluvia provocó daños inocultables a todo lo largo del tramo intervenido por Obras Públicas, de los cuales el más notorio fue el hundimiento de un taxi en el crucero con la calle Rodríguez.
Desde que en enero de 2015 se iniciaron las obras de introducción del drenaje pluvial desde la Alameda Zaragoza hacia el poniente, las mismas avanzaron a paso de tlaconete y la calidad de la manufactura resultó ser la de una camba, dicho de la manera más amable, hecha con las patas.
Desde la dirección de Obras Públicas se ha declarado que la reparación de los daños exhibidos a través de los medios y las redes sociales no serán costeados con dineros públicos, sino por la misma empresa constructora, pero años y años de escuchar ese mismo argumento ha encallecido a la gente y cuesta creerlo.
Tal parece que el comité Organizador del Moreleando ha elegido cancelar su actividad de mayor convocatoria civil en un momento en el que todavía es de suma importancia y necesario invitar a la gente a ejercer una sana presión sobre quienes manejan los recursos públicos.