Ejercicio para red social: luego de darse a conocer los resultados de las elecciones para gobernador y sus consiguientes manifestaciones de inconformidad, fue publicada en un muro personal de Facebook la siguiente frase:
“Si pierde Anaya, gana Riquelme; si pierde Riquelme, gana Anaya; en cualquier caso, Coahuila será gobernada por un corrupto”.
Por supuesto que el campo de acción de esa publicación se circunscribe a una página personal, limitada a ser vista y comentada por un restringido número de personas, quizá pertenecientes a un mucho más reducido círculo social. Bien podría tratarse de un ejercicio escolar de una clase de Probabilidad y Estadística.
Aun así, la publicación tuvo de inmediato más de un centenar de Me Gusta, fue compartida unas quince veces y por supuesto, generó algunos comentarios, algunos de los cuales nos permiten elaborar algunas someras observaciones.
Quizá lo más relevante es que de antemano la gente no solo disculpa sino que avala una metodología electoral que, al menos desde el fraude en las elecciones presidenciales de 1988 no ha hecho otra cosa que demostrar su capacidad de ser vulnerable: “La triste realidad es que hay que elegir”.
En segundo lugar, la mayoría de las personas que tuvieron a bien escribir sus comentarios se inclinan hacía el partido del candidato Guillermo Anaya, el PAN.
Pero eso no es lo significativo, sino que parecen saber, aceptar e incluso disculpar de una manera fatalista que el saqueo al erario y demás fuentes de recursos seguirá: “Pues de perdis que ya no nos roben los mismos”, afirma tajante uno.
Otra persona plantea el escenario de esta otra forma: “Si tuviera que elegir entre un ratero, un asesino y un desconocido para cuidar a los hijos, creo que me arriesgaría por el ratero”. Y una más incluso libra de sospechas a su partido: “Yo también prefiero al ratero que al asesino, por eso prefiero al PAN”.
Más adelante otro comentario esgrime: “El PAN deja dinero en la caja de la nación, el PRI deudas o devaluación desde hace más de 40 años”.
Eso es innegable. Pero quienes comparten esta pragmática forma de pensar olvidan que la riqueza de una nación no se evalúa solo de esa forma. Así, tenemos el duro dato de que durante el sexenio de Fox el número de mexicanos pobres se incrementó bastante; hubo más flujo de indocumentados hacía los EUA que en los dos sexenios previos.
por otro lado, ese mismo sexenio también hubo más periodistas asesinados con total impunidad que en los países en estado de guerra, situación que por supuesto se agravó en los periodos de Calderón y Peña Nieto. Durante el sexenio del mismo Calderón sucedió también, entre otras cosas, el incendio de la Guardería ABC, estancia subrogada al IMSS por una familiar de Margarita Zavala...
Es evidente que el recuento puede crecer más, mucho más, pero esto basta para dejar en claro algo: la corrupción se ejerce desde muchas posiciones y de muchas y múltiples formas. Así que desear ver el ejercicio de la democracia tan solo como una lucha entre buenos y malos, como parecen entenderlo las personas que tuvieron a bien comentar en ese ejercicio para red social, es lo que a la larga siempre traerá muchas e inevitables decepciones
Por cierto, y esto es muy significativo: en este ejercicio ninguno de los participantes se declaró priísta simpatizante, votante o miembro del partido. Y nadie hizo siquiera el esbozo de una defensa de su candidato a gobernador, Miguel Riquelme, como si la corrupción fuera algo que ya se acepta y se da por hecho en el PRI.
Quizá ellos mismos sean los primeros en estar convencidos de que la corrupción es parte inherente de su naturaleza, una condición ontológica de su ser.