Lemus es independiente, bonachón, no teme hablar al público. Lemus no es nuevo en la política jalisciense, es un empresario entre políticos de estirpe y de profesión. Lemus hasta hace 11 año no era político, ni mucho menos provenía de familia política (su familia es empresaria fundaron Musical Lemus, una empresa de instrumentos musicales). Lemus se formó políticamente en la cuna de las Cámaras empresariales a la sombra de un PAN decadente y el PRI que revivía con un segundo aire; fue comunicador de radio por años, quizás eso explica su oratoria demagoga y seductora. Lemus nunca se ha clamado como izquierdista, ni como partidista, pero ciertamente convive en un partido que a nivel nacional la promueve a todas luces y en los estados administran con cautela la ideología, a riesgo de parecer no comulgar con ninguna.
¿Qué hizo a Lemus ser alcalde de Zapopan en su primera aparición sin ninguna condición política, salvo el buen uso de la lengua hablada (oratoria)? Lemus se acercó a un partido con un ascenso rápido bajo el amparo del “refundador” de Jalisco, Enrique Alfaro, y como administrador de primer nivel, se adaptó con marcada inclinación socialdemócrata a resolver la desigualdad a partir de la obra pública y la implementación de programas sociales innovadores. Se ha mostrado como un luchador contra la pobreza, protector del medio ambiente y promotor de la vivienda sin que eso le haya generado reclamos de su mentor naranja.
En Lemus se vive una desconexión visible. El próximo gobernador no pertenece a la cepa a la que le habla, su moda flamante, cabello mirrey no concordaron con las mesas coloradas zapopanas, ni con el oriente tapatío. Lemus vive en un mundo desconectado, le une su sueño de lucha contra la desigualdad, pero no de su tónico, mucho menos de su esencia. Dentro de este mundo politizado, supo luchar por ese lugar en un Jalisco repleto de alfaristas, que no lo verían con buenos ojos, a él ni a su socio Frangie que empujó seguir su línea en Zapopan. El alfarismo en principio lo supo rivalizar, con trabas políticas, después aliar a su movimiento.
Nos preguntamos cómo será el gobierno de Lemus —si peor o mejor que el de Alfaro. ¿Él será capaz de reprimir estudiantes y de nunca dar explicaciones de lo que ocurrió? ¿Tendrá un gabinete cubierto de personajes que guarden lealtad antes de eficiencia pública?
Hay evidencia de su recorrido como alcalde de Zapopan y Guadalajara y afirmar que no tendrá mucho parecido a Alfaro. Alfaro es rudo y siniestro, valentonado y juguetón con los medios, da y quita, se otorga títulos en Jalisco. En cambio, Lemus no se vislumbró como una salvación para Jalisco, sino que es la aventura de un desarrollo no antes visto para nuestro estado. Lemus quitó las dudas de que él era el hijo predilecto de Dante y de Alfaro. Este último lo prefirió por encima de su más cercano, Alberto Esquer. Lemus supo ser leal cuando se necesitaba, y guardar distancia cuando se requería. Fue el hijo malcriado que más se quiere en el hogar porque la satisfacción final es la que cuenta.
Lemus recibirá un Jalisco en ascuas, truculento y con un escenario roto. La reconstrucción del nuevo Jalisco, sin promesa de refundación a la vista, será de maniobra por excelente, gestora y sobre todo de neutralidad. El Lemus que nunca ha aparecido deberá llegar a niveles sorpresivos de lectura y compresión de la política, lo tiene todo para ser un político de primer nivel en el país. Continuará en Jalisco un episodio más de un gobierno estatal naranja, pero ahora sin el apoyo de una Legislatura aplastante. La hegemonía es algo que se esfumó y el fantasma del alfarismo le heredará poca legitimidad y un grupo universidad aliado con la Federación.
El peor atisbo para Lemus es un pasado de su color, con deficiencias comprobadas sostenidas en indicadores reales, esto sólo se podrá iluminar con la oportunidad de construir algo nuevo en Jalisco, tal como llegó en Zapopan, de cero, pero a nivel subnacional. La única ruta será con un planteamiento mejor que el de Alfaro, para, por ejemplo, de una vez por todas sanear el Río Santiago, hacerse de capacidad para recuperar al Siapa, que pasa por su peor degradación, hablarles a las madres buscadoras, romper el silencio de la violencia vicaria. Sin más, la mayoría lo votó como el mejor perfil para Jalisco. Veamos pronto si este texto logra describirlo como lo que es y lo que será.
Finalmente, le lanzo un caluroso agradecimiento a Manuel Baeza, por la oportunidad de vernos por acá, y a un gran amigo, Guillermo Quiroga, con quien no dejo de conversar.