Política

No es una crisis

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En 2015 circularon en todo el mundo las imágenes dramáticas de lo que entonces se llamó “la crisis de los refugiados”: cientos de miles de afganos, sirios, iraquíes, que llegaban a través de Turquía con la intención de pedir asilo en Europa. El episodio provocó reacciones violentas en Grecia, en Hungría, movimientos xenófobos en todo el continente, hasta que la Unión Europea encontró una solución: un “quédate en Turquía”, que consistía en pagar al gobierno turco para que retuviese a los refugiados en campamentos hasta que se resolviera su petición de asilo. Ha llegado a haber allí hasta 4 millones de personas esperando.

El año pasado, en un movimiento más del ajedrez siniestro que juegan Erdoğan y la Unión Europea, el gobierno turco anunció que sus fronteras estaban abiertas para quien quisiera salir. Y a los refugiados les avisó que Turquía no opondría ningún obstáculo para que cruzasen hacia Grecia. Y así comenzó la nueva “crisis de los refugiados”, miles que trataban de cruzar por el Mar Egeo o el río Evros —con el ejército griego desplegado del otro lado. En el puerto de Mitilene, en la isla de Lesbos, se crearon campos para retener a los que llegaban, para enviarlos al continente en buques de la armada, y desde allí deportarlos. Pero era imposible mantener ningún orden. En el campamento de Moria, acondicionado para recibir 2 mil 800 personas, se hacinaban más de 20 mil. La Unión Europea acordó un paquete de ayuda urgente, de 700 millones de euros para hacer frente a la crisis mediante la militarización de la frontera terrestre y marítima de Grecia.

En estas semanas hemos visto las mismas imágenes en nuestra frontera sur: los miles de guatemaltecos, salvadoreños, haitianos, que se agolpan en los pasos, y la violencia de la Guardia Nacional: acoso, persecuciones, golpizas, la militarización de la frontera, y el anuncio de que serán deportados. Se piensa esto también como una crisis, es decir, un episodio accidental y pasajero, transitorio por definición. Desde luego, es tranquilizador verlo así, porque supone que hacen falta ahora medios excepcionales para atender el problema, pero que se volverá a la normalidad. La misma idea hay detrás de lo que la Secretaría de Relaciones considera que es “atender las causas”, que consiste en repartir algo de dinero, con algún pretexto: plantar árboles o lo que sea. Pero nadie imagina que eso pueda mantenerse siempre, que los gobiernos vayan a pagar un sueldo a todos los centroamericanos a cambio de que no intenten emigrar: es la solución puntual para lo que se imagina que es un problema puntual, una crisis.

Pero esto no es una crisis, sino un nuevo orden. En la mitad del mundo hay intensos procesos de desinstitucionalización que dejan el campo libre para nuevos y viejos actores violentos, públicos y privados, en un sistema predatorio que produce desplazamientos masivos de población: es Irak, Siria, El Salvador, Haití, y cada vez más también México. Es otro orden, que no va a desaparecer. Y no va a regresar el de antes. Abordar sus consecuencias como si se tratara de una crisis es desperdiciar recursos en hacer nada: una nada teatral, repetida y violenta —hasta la siguiente “crisis”.

Fernando Escalante

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Fernando Escalante Gonzalbo
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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