Tras regresar al cuerpo policiaco después de sobrevivir a un ataque cuando revisaba la casa de un hombre apuñalado en la cabeza, el insufrible detective Morck es asignado a encabezar un área que se encargará de revisar crímenes archivados para ver si suben los porcentajes de clarificación de asuntos. Es enviado por su jefa (Kate Dickie, ruda), que tampoco lo aguanta mucho, a un sótano lleno de retretes y obligado a asistir con la terapeuta (Kelly Macdonald, comprensiva), mientras se va formando el equipo, que incluye a su amigo y astuto colega, el detective Hardy (Jamie Sives, elocuente), quien se recupera en un hospital del mismo ataque, a un expolicía sirio que busca empleo (Alexej Manvelov, eficaz) y a una joven detective que salió de una crisis nerviosa (Leah Byrne, entusiasta).
El Departamento Q, así denominado para distinguirlo del resto de la comisaría, debe elegir un caso y se deciden por el de una abogada desaparecida (Chloe Pirrie, intensa) y de la que no se sabe mucho, salvo que vivía con su hermano que no habla y que se dedicaba al trabajo: paulatinamente se va desenvolviendo quién era, su pasado y la situación en la que se encuentra, al tiempo que la pesquisas avanzan, igual que la relación entre los miembros del equipo encabezado por Morck (Matthew Goode, insoportable y querible a la vez), quien además tiene conflictos con su hijastro que le dejó su expareja y diferencias cargadas de buen humor negro con su roomie.
El guion consigue articular las pesquisas del equipo con la propia trama de la mujer buscada, incluso saltando en el tiempo para ir dando las pistas que vamos conociendo y la posible resolución; la construcción de personajes es sólida y se logra darles la dimensión necesaria, además de establecer interacciones creíbles y nutritivas para el desarrollo de los acontecimientos, a pesar de ciertos clichés del género que se asumen como para solventar las resoluciones y proponer rutas de la propia investigación: se insertan personajes secundarios que, según el momento, se convierten en informantes clave para ir resolviendo el caso.
El talentoso guionista, productor y realizador Scott Frank (Monsieur Spade, 2024; Gambito de dama, 2020; Godless, 2017) y Chandni Lakhani, crearon Departament Q (2025 - ), serie bien enclavada en el género detectivesco que se construye con verosimilitud y a partir de situaciones y personajes relevantes con los que se puede simpatizar, integrando con soltura elementos de thriller, drama y cierto humor, lanzando pistas y rutas de investigación del ataque al protagonista, por una parte, y por la otra de la mujer desaparecida, a partir de algunos casos en los que participó como abogada, y planteando también una crítica a las estructuras de poder y sus presumibles manejos turbios.
La propuesta visual contrapone los espacios en interiores con la bella ciudad de Edimburgo y con la fría isla de Mhor, enfatizando en los colores para profundizar en los distintos lugares: el azul de la casa del protagonista, los verdes y naranjas del sótano-oficina y los característicos del hospital, así como los de la cámara hiperbárica y los amarillos del consultorio. El score de Carlos Rafael Rivera, basado en cuerdas y algunos pianos, fortalece el ambiente psicológico de cada uno de estos ámbitos en los que se va desarrollando la trama, entretejida con astucia y manteniendo la necesaria tensión a lo largo de los nueve episodios. Está en Netflix.