Política

Sobrerrepresentación vs. representatividad

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Es un acierto del INE interpretar la norma para evitar el fraude a la ley. La pluralidad determinó en la Constitución que ninguna fuerza puede obtener diputados en una proporción mayor a 8 puntos porcentuales respecto a la proporción de votos y que ningún partido tenga más de 60 por ciento de los legisladores. El tema es fundamental en dos sentidos: primero, evitar que una fuerza minoritaria con capacidad para ganar muchos distritos no tuviera un acceso igualitario a la representación proporcional y así generar una desproporción en su representación; segundo, un tema de democracia, que cambiar la Constitución o ganar votaciones calificadas sea un tema de la pluralidad y no de un partido o coalición.

Hay quienes prefieren la gobernabilidad de la sobrerrepresentación a la representatividad propia de la pluralidad. Es una deformación de los sistemas bipartidistas, como Inglaterra y el norteamericano. En los sistemas de pluralidad no se puede sacrificar lo segundo en aras de lo primero.

Mario Delgado, dirigente de Morena, y el presidente López Obrador han visto en el acuerdo del INE una embestida ilegítima para desvirtuar la voluntad ciudadana en su favor. Justo lo contrario, el fraude a la ley de las pasadas elecciones conspira no solo contra el sufragio sino con lo establecido en la Constitución. Corregirlo es de elemental responsabilidad.

El país ha perdido la perspectiva visionaria de Reyes Heroles cuando se resolvió reconocer como partidos, fuerzas políticas para integrarlas a la Cámara de Diputados. Las reformas recientes se han hecho, más que todo, con una perspectiva de corto plazo y a veces con la vista atrás. Efectivamente, el país pudo transformar con acierto su sistema de representación por décadas. Este proceso se vio interrumpido en 2007, cuando se promovió una reforma que restringía las libertades políticas y el reconocimiento de nuevos partidos, además, se dio término a la obligación de los partidos a democratizarse y minó la autonomía del IFE.

El sistema vigente no es perfecto. Debe modificarse. Mayor representatividad es mejor. Al menos igualar la integración de diputados de mayoría y los de representación. Asimismo, incorporar la propuesta planteada por la Presidencia Moderna de Liébano Sáenz, ya hace más de 20 años, de abrir al votante la lista de diputados de representación para que sea el sufragio, y no las oligarquías partidistas, el que determine qué candidatos de representación deben llegar a la Cámara. La sobrerrepresentación debe eliminarse. Se debe aprender a vivir en la pluralidad, justo lo que los partidos dominantes, como el PRI antes y ahora Morena, pretenden evitar.

Aunque el INE hizo lo correcto, la solución es jurídicamente discutible en aspectos menores. Queda en el Tribunal Electoral enmendar, si así lo estima, lo mal hecho y recuperar el sentido originario del constituyente de impedir que una fuerza política esté sobrerrepresentada más allá de 8 por ciento y, además, hacer materia de la pluralidad la potestad de cambiar la Constitución. Lo peor sería que el Tribunal revertiera lo avanzado. 


Federico Berrueto

@berrueto

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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