La elección más importante para el Estado de México y que lleva tatuada el mote de “histórica” al elegir por primera vez a una mujer como titular del Ejecutivo, irónicamente tiene atisbos de confusión, apatía y pereza. Muestra de ello fue el segundo debate organizado por el Instituto Electoral del Estado de México, que se transmitió por la televisora oficial del gobierno mexiquense.
Indudablemente esta elección ha acaparado los reflectores de todos los medios de comunicación del país, sin embargo, a las candidatas les ha faltado confrontar ideas y visiones políticas desde el inicio de campañas y eso ha dejado sinsabor a este lapso de proselitismo en donde la ciudadanía, lejos de la dialéctica que se quiere imponer en redes sociales ante la coyuntura por el posicionamiento de las encuestas, indudablemente aún no decide el destino de su voto.
Lo cierto es que las dos personalidades políticas de las mujeres que quieren ser gobernadoras hoy han sido pobres, y ello podría afectar la participación del electorado el próximo 4 de junio, cuando se augura el fantasma del abstencionismo.
La organización de ambos debates fue una muestra clara de que en el Instituto Electoral del Estado de México existen funcionarios altamente capacitados para asumir retos y otorgar a los partidos políticos las herramientas y plataformas profesionales para que sus candidatas puedan potenciar sus ofertas políticas; desafortunadamente ellas, que representan el último eslabón, no confrontaron argumentos y se atrincheraron en las propuestas de campaña.
Si bien han existido destellos de argumentación entre ambas, no se han hecho daño. Ejemplo claro ha sido el vaivén de acusaciones de corrupción, ya que por un lado Alejandra Del Moral no quitó el dedo de la llaga por la polémica retención de salarios durante la administración de Delfina Gómez en Texcoco y, por el lado contrario, la retórica histórica de la 4T en contra del prianismo.
A tres semanas de que se lleve a cabo la elección a gobernadora mexiquense, ambas candidatas deberán repuntar en sus preferencias, independientemente de las mediciones actuales que han desviado y centrado la atención de los electores. Veremos.