Es innegable el hecho de que el Día Internacional de la Mujer ha ido cobrando más y más relevancia en nuestro país en los últimos años. Y es que el descontento de las mujeres ha crecido tanto, que la marcha del 8M del año pasado alcanzó un récord de participación como nunca antes se había visto. El futuro era prometedor. Pensábamos que el movimiento sólo podía ir hacia enfrente y que el futuro donde la igualdad era la norma se encontraba a la vuelta de la esquina.
Ese día nos dimos cuenta de que sólo teníamos las calles para demostrar nuestra fuerza, esa que siempre demeritan diciendo que el feminismo es pequeñito y solo vive en las universidades, como si las mujeres obreras no llevaran años organizándose. Y justo cuanto más fuertes nos sentíamos, el patriarcado nos puso en nuestro camino a un violador de nombre Félix Salgado.
Y salimos a enfrentarlo como siempre lo hemos hecho con todos los agresores con los que como movimiento y como mujeres, nos hemos enfrentado en nuestras vidas. En el rostro de un amigo, un familiar, un maestro, un compañero o un desconocido.
Salimos dispuestas a ganar lo que fuera en un par de días, creyendo que no se sostendría a un candidato acusado de violación, menos aún tras nuestro despliegue en las calles. Pero el patriarcado nunca dejaría solo a uno de los suyos y como una herida vieja que se abre, usaron el viejo truco de siempre, el de no creerle a la víctima. Y es que ese fue su error más grande. Nunca pensaron que ese sentimiento de impotencia cuando nadie te cree lo hemos sentido todas las mujeres. Sin saberlo, el patriarcado despertó la mayor empatía del movimiento feminista, la que tenemos hacia las víctimas de abuso sexual.
Aún así el patriarcado no se rindió, aprovecharon el desconocimiento que había sobre los procesos partidistas extendiendo algo que debía tomar solo un día y un golpe en la mesa, hasta más de tres semanas de argumentos leguleyos, fechas y declaración ambiguas. Sin embargo, en el transcurso de las semanas, el candidato a la gubernatura de Guerrero del Movimiento Regeneración Nacional pasaba de ser un muro impenetrable, a verse cada vez más endeble. Y aunque quisieron confundirnos con posicionamientos crípticos, el 8M se fue acercando como si se tratara de un cronómetro. El tiempo pasaba y el ambiente político no hacía más que tensarse, no había incentivos de diálogo con el movimiento, y se había perdido hasta la batalla por conquistar un día en la conferencia matutina del Presidente para hablar sobre violencia de género.
Y así llegamos a este día, arriba no se dieron cuenta de que para el feminismo el enemigo pasó de ser un discurso que aglomeraba todas las violencias, a volverse no una sino varias personas con nombre y apellido, de donde resaltan Félix Salgado y Andrés Roemer.
Después de cuestionar la fuerza de nuestro movimiento y confrontarnos con mujeres que sin darse cuenta está al servicio de su victimario más antiguo, hemos llegado al minuto cero, a nuestro Día D. Al momento en el que nuestro movimiento avanza con fuerza y sin mirar atrás frente a un muro ya no solo simbólico, sino físico y erigido afuera de Palacio Nacional. Y hoy, ya no nos para nadie.
*Abogada y activista feminista.